INSTRUCCIÓN para los Desiertos de la Orden de los Carmelitas Descalzos: DECRETO – Capítulo 1 (III)


CAPÍTULO 1: EL DESIERTO EN LA TRADICIÓN DE LA FAMILIA TERESIANA (III)

4. El Desierto teresiano hoy

La espiritualidad del Desierto y la organización de su vida deben tener presentes las circunstancias del tiempo actual, que afectan a la Iglesia y al mundo de hoy.

El Desierto teresiano está insertado en un mundo dinámico en constante evolución, que se presenta con una cultura técnicocientífica, urbana y secular (33). Por otra parte el concepto mismo de Iglesia ha evolucionado. Se acentúa particularmente su aspecto de signo e instrumento del Reino de Dios, y su índole de Pueblo de Dios ha sido ilustrada con mayor profundidad (34).

Todo esto ha hecho surgir como una espiritualidad nueva, más cercana a la vida y más fraterna, y en ello hay que reconocer uno de los signos de los tiempos.

El Desierto teresiano, manteniendo su estilo peculiar, deberá tener presente todo esto para ser una realidad viva y operante, que responda adecuadamente a quienes buscan con ansia la dimensión contemplativa de su ser (35). En él debe encontrarse la experiencia de un Dios vivo, de una Iglesia viva, de una comunidad viva, que asume en la contemplación de Dios la realidad del mundo y de la Iglesia.
En esta perspectiva, la experiencia de Dios presente en nosotros (36) se manifestará en la fraternidad, que será, a su vez, una señal de su autenticidad (37). Quien se acerca al Desierto teresiano debe ver a Dios y al hombre en una clara trasparencia.

La comunidad eremítica no sólo da, también recibe: Sostenida por Dios, tiene asimismo necesidad de ser sostenida por la Iglesia y por los hombres, porque está forjada por personas limitadas y frágiles. Estas, si bien buscan evangelizar con el testimonio de una vida centrada totalmente en Dios, experimentan también la necesidad de ser evangelizadas por quienes acuden al Desierto, mediante el testimonio de la entrega generosa de estos al servicio de los demás y de la búsqueda sincera de Dios de quienes desean compartir la experiencia del Desierto. De este modo se demostrará que es posible vivir y expresar las bienaventuranzas en un camino de comunión y de participación en el nivel profundo de la experiencia contemplativa.

El Desierto teresiano debe vivir la dimensión de la Encarnación. A1 encontrarse con la Humanidad de Cristo, se encontrará con la Iglesia y con toda la humanidad en el camino contemplativo que lo caracteriza y lo define. Desde él el ermitaño debe ser testigo ante todos del «Dios de la esperanza que nos llena de completa alegría y paz en la fe» (38).

5. Renovación de la legislación

De acuerdo con estos criterios y a petición del Capitulo general, el Definitorio se ha preocupado de afrontar la revisión de la legislación sobre las casas eremíticas, tras haber escuchado a los interesados. Ha considerado oportuno asentar solamente los principios generales y las normas más fundamentales para ordenar en todas las partes la vida de los Desiertos, en conformidad con la tradición de la Orden y teniendo presentes las circunstancias del tiempo actual. Otras disposiciones más particulares deberán ser determinadas por cada una de las comunidades eremíticas, teniendo presentes las condiciones del lugar, y confirmadas por el Consejo provincial o por la Conferencia de Superiores, según los casos; sometiéndolas, de todas las maneras, al examen y a la aprobación del Definitorio.

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NOTAS
(33) Cf. Gaudium et Spes, 5-6.
(34) Cf. Lumen Gentium, 9.
(35) Cf. Evangelica Testificatio, 45.
(36) Cf. Juan, 14,23.
(37) Cf. Mateo, 18,20; 1 Juan, 12,20-21.
(38) Cf. Romanos, 15,13.