(El autor de este trabajo es Juan Yennis, carmelita de alma. Vive en San Antonio, Texas. Su inquietud por la espiritualidad del Carmelo y por el tema del Desierto carmelitano le han llevado a reflexionar sobre estos temas)
Diversidad de metáforas monacales (y III)
III. La metáfora del Desierto Carmelitano
El pequeño espacio institucional que dentro del Carmelo está constituido por la tradición de los desiertos de frailes, como el de Batuecas, congenia mejor con el mundo metafórico del San Juan de la Cruz ascético de la Noche que con el del extático de la Llama. Sin embargo, me consta que el tenor de esta espiritualidad de la noche allí no es ni sombrío ni demasiado insistente sobre su propio peso ascético.El mensaje de la noche sanjuanista y las distintas figuras retóricas que lo articulan se adecua orgánicamente a la metáfora bíblica y monástica del desierto. Este acercamiento de significantes complejos, junto a la singular realidad carismática de este espacio minoritario en el Carmelo, a mi entender operan un vínculo muy particular y fecundo entre la reforma teresiana y la espiritualidad simple del eremitismo carmelita primitivo, pasando por la carta-manifiesto de corte radicalmente contemplativo escrito por Nicolás Gallicus (prior general de los carmelitas 1265-71), un texto bellísimo que se conoce como la Ignea sagitta (saeta de fuego). La metáfora de entrar en el desierto indica, entre otros significados, un desprendimiento de todo lo accesorio y lo que distrae, que al sustraerse deja solo la soledad, el silencio y una gran sobriedad de vida. Se entiende que esto propicia la atención directa al propio ser y a la realidad, desde lo cual puede darse una relación más pura y sencilla con Dios.
Como figura literaria, “desierto” incluye sugerencias que vienen no sólo de las características topográficas, sino también de dimensiones de lo desértico que han pasado a la historia y a la literatura y que nos llegan mediadas por las leyendas de los anacoretas antiguos. Por eso la palabra alude también al encuentro y la lucha con demonios, sobretodo los que se nutren del corazón y de la mente: del ego, de la memoria, de los apegos, de los pecados y de las imperfecciones, etc. Como se da este enfrentamiento en el contexto de una escuela de contemplación con una pedagogía espiritual clara y de gran autoridad, creo que se da desde la confianza y la fe, sin demasiado dramatismo. Por último, la metáfora de la desnudez que es muy sanjuanista y parte del significado elemental del desierto (apertura sin escondrijos, intemperie, sol escudriñador, etc.), implica el vaciamiento de falsos ideales y falsas seguridades. Aunque singular, el programa espiritual que nos abren las metáforas de la noche, el desierto y la desnudez resulta ser muy clásico como configurador de un modelo monástico.
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Entradas anteriores relacionadas:
- Diversidad de metáforas monacales. – I. Introducción
- Diversidad de metáforas monacales. – II. La metáfora nupcial en el monacato
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[Foto: Runas de arena, de dani.Co]
Desde mi vocación de carmelita descalza lo que os puedo decir es que el Carmelo es experiencia de Desierto, porque es experiencia de soledad con DIOS.De oración desnuda, de oración despojada de todo, de entrega RADICAL…DE DIOS al alma!!!!Es El quien se entrega, en puro AMOr, en puro DON, en pura TRASPARENCIA.El desierto del Carmelo no es un lugar físico, sino algo que experimenta a un nivel profundo la persona vocacionada por Dios a este camino…alli no hay NADA.¡NADA!!!Eso es desierto:NADA.Para que El lo lleno TODO.