[El siguiente texto ha sido escrito por un nuevo colaborador de este weblog. Sencillamente «Un Hermano».]
San Jerónimo, hombre intrépido, carácter fogoso y apasionado, monje de los pies a la cabeza, es un ejemplo lúcido y una flecha de fuego, en estos momentos en que parece que las cenizas quieran apagar el fuego que sigue ardiendo en los corazones de aquellos a los que el Espíritu sigue llamando a la aventura monástica.
San Jerónimo antes que nada tenemos que decir, que es un hombre realista y con los pies bien puestos en el cielo. Nadie espere encontrar en él una mística de corte platónico ni sentimentalismos estériles. Su espiritualidad monástica tiene como fundamento el Evangelio y desde éste el seguimiento radical de Cristo. Y para Jerónimo “el perfecto seguidor de Cristo nada tiene fuera de Cristo, y si algo tiene fuera de Cristo, no es perfecto” (Ep. 14, 4). Luego, “si no eres perfecto, has engañado al Señor” (Ep.14, 6). No caben medias tintas en el seguimiento monástico del Señor Jesús. Jerónimo no es un corazón dividido. No en vano ha pasado largo tiempo moldeando su corazón con una dura piedra, hasta que el duro corazón se ha convertido en húmedo barro que se deja moldear por las dos manos del divino alfarero que son el Verbo hecho carne con su palabra Evangélica y el Espíritu que nos mueve con la dulzura de sus inspiraciones.
La vida monástica que propone Jerónimo no es una vida fácil: “¿Temes la pobreza? Pues Cristo llama bienaventurados a los pobres. ¿Te espanta el trabajo? Pues ningún atleta es coronado sin sudores. ¿Te preocupa la comida? ¡La fe no siente el hambre! ¿Tienes miedo de estrellar sobre la dura tierra tus miembros extenuados por el ayuno? Pues a tu lado se acuesta el señor” (Ep.14, 10) Pero es una renuncia que está impulsada no por el desprecio de la vida, sino por haber encontrado ese tesoro del que habla el Evangelio que es Cristo mismo, por el cual se hace fácil dejarlo todo: “Todo esto que aquí he reunido, parecerá duro al que no ama a Cristo. Mas el que tuviere toda la pompa del siglo por basura y juzgue vanidad todo lo que hay bajo el sol a trueque de ganar a Cristo; el que ha muerto con su Señor y con Él ha resucitado y ha crucificado su carne con todos los vicios y concupiscencias de ella, ese libremente gritará: ¿Quién nos separará del amor de Cristo?» (Ep. 22,39)
El centro de la Espiritualidad de San Jerónimo es Cristo mismo: “a ti no te basta hollar las riquezas, si juntamente no sigues a cristo. Sabemos que Cristo es la sabiduría, Cristo es la santificación, sin la cual nadie verá la faz de Dios; Cristo es redención. Cristo lo es todo, de suerte que quien todo lo hubiere dejado por amor de Cristo, en uno sólo lo encuentra todo y puede libremente exclamar . El señor es mi herencia.»
Gracias por volver a proponer textos que nos ayuden a la reflexión. Y que mejor que podernos plantear nuestra espiritualidad, nuestra renuncia, en un tiempo como este de Navidad, ¿verdad?. Un tiempo en el que la espiritualidad de San Jerónimo suena como un eco lejano.
Un abrazo a toda la comunidad y FELIZ NAVIDAD.
Un hombre bastante excepcional que reconocía sus pecados y pedía a DIOS por su perdón, por lo cual se aislo del mundo para su meditación.
Un hombre de grandes virtudes al cual mucho de nosotros debemos seguirlo para llegar a ser como CRISTO perfectos y santos.