Dame de beber (Jn 4,7)


fuente 1

Hace una semana subía a la ermita de S. Elías; iba cargado con dos cubos de agua y una garrafa en la mochila. El camino irregular se hacía empinado. A la mente me venía el pasaje de la samaritana; y así, entendí que ésta habría de ser mi meditación de desierto ese día.

«Dame de beber», dice Jesús, y comenzó todo un diálogo intenso.

En un jarrillo de barro eché un poco del agua buena para beber y la puse sobre el altar de la ermita.

«Qué agua puedo ofrecerte, Señor? -le dije-. Acaso estas aguas de mi vida pueden apagar tu sed? Si tú eres la fuente que salta hacia la vida eterna, en qué puede saciarte mi pobre agua? Soy yo quien te pide de beber! Cuánta sed siento!»

Hoy, subo a hacer mi jornada de desierto a la ermita del olivar. Llueve copiosamente. Esta vez no tengo que subir agua. Corren los arroyos valle abajo, saltan las aguas aquí y allá! Se prepara ya el despertar primaveral! Bendita agua! La tierra no da abasto para absorberla. Así mi alma, con su cantarillo roto, bajo el torrente del amor de Dios, siente que se le desparrama toda y no puede ya absorber tanta gracia! Dios sea bendito!

 

1 de marzo de 2018

Fray Bernabé de S. José

 

P. D. Que qué es contemplación?

Ponerte con tu cantarrillo roto bajo la cascada del amor de Dios.

Que qué es contemplación?

Extender tu alma, cual vela al viento, para atrapar algo del perfume de Dios.

Que qué es contemplación?

Dejarte entrar, como leño seco, en el corazón ardiente de Dios para ser consumido en amor.

Que qué es contemplación?

Ser semilla enterrada en Dios y confiar en que estás siendo despertado como algo totalmente nuevo.

Y con todo esto, tan solo consiste en ser y estar como un mendigo ciego esperando sin prisas el paso de Jesús Nazareno (Mc 10,46-52).