Amiga/o, quienquiera que abras esta página web, bienvenido seas. Espero poder ofrecerte una reflexión sencilla, con la que compartir el silencio creador de este valle de Las Batuecas.
En Batuecas no vas a encontrarte con la naturaleza, es que la naturaleza viene a ti. Si estás en onda con esa sencilla afirmación: “Dios es el silencio del cual proceden todos los sonidos”, se comienzan a sentir los sonidos de una naturaleza que enamora porque está llena de hermosura. La que muestra el amor del que procede, y te enamora. La mirada de Dios que creo esta naturaleza, la llenó de hermosura, su realidad más profunda es un canto de amor que llena al que la contempla. El amor con el que respondo me hace respetarla e ir deleitándome en ese sonido que viene del silencio de Dios. Dios no me habla por muchas consideraciones que yo pueda hacer en torno al origen de la creación, sino por ese sonido que de Él procede y que me recrea y enamora, a través de esta sonora naturaleza que me envuelve en el amor de Dios.
Me sucede que como en un “flash” la imagen que en determinados momentos contemplan mis ojos descubre una armonía tal que su “sonido”, su hablarme, se hace silbo amoroso. No se rompe el silencio de mi contemplación, de Él surge el sonido. Si mi oído está muy dañado, se me escapa este sonido último, y me viene el desagrado porque no descubro esperanza en el morir de tantos elementos de la naturaleza, porque la veo agresiva ante mis deseos de dominio ante ella. Necesito de nuevo volver a escuchar el silencio de Dios, y dejar que nazcan los sonidos que de Él proceden, y poder así volver a contemplar esa bella creación que me enamora y vuelve a salir a mi encuentro para descubrir mi singular puesto dentro de ella y venir a ser parte de esa armonía única de todo lo creado.
Fray Francisco Brändle