En aquella mañana de otoño, cuando la creación aún despertaba del sueño nocturno, lancé una mirada a las montañas que forman este hermoso valle de las Batuecas. Era una mirada tímida, propia de quien desea pasar desapercibido, aunque consciente de quien vive un momento singular de su vida. El valle, que había sido el confidente de tantos pensamientos e ilusiones y que me había revelado algunos de sus secretos, en aquella mañana, se revestía de una singular belleza. Era como una protesta silenciosa de quien deseaba frenar mis pasos.
Precioso. Cuato he echado en falta esas montañas y su entorno.
…DIOS NO ME DIO SALUD.
Sin duda, una prueba, una señal, que debo interpretar.
Mil gracias.
Enviado desde mi smartphone Samsung Galaxy.