
Amiga/o, quienquiera que abras esta página web, bienvenido seas. Espero poder ofrecerte una reflexión sencilla, con la que compartir el silencio creador de este valle de Las Batuecas.
Siempre he leído con asombro y devoción el salmo 138. “Señor, Tú me sondeas y me conoces”. Pero en esta ocasión que quiero evocar aquí, el salmo se me volvió mucho más luminoso. Si es verdad que se hace alusión al ser tejido en el seno materno, me parecía que era algo grandioso, pero que reducía mi persona, si no me abría a un significado mayor, a un buen organismo, lleno de complejidad, pero sin esa dimensión abierta a una realización más allá de la meramente biológica.
Había ya escuchado, y admirado, el sentir a Dios como un seno materno donde ya no mi organismo, sino todo mi ser se iba formando, ahora leyendo el salmo se me confirmó lo intuido. Sí, el conoce mis pensamientos, pero lo que es más, distingue “mi camino y mi descanso”. Creo comprender bien, si en estas palabras descubro que Dios sabe de mi caminar en este mundo, pero sabe también a donde me conduce, a ese descanso, que es la plenitud de mi vida. Algo que yo tengo que poner en Él.
Ese saber de Dios, ese tejerme en su seno, lejos de hacerme inhábil, incapaz, me hace totalmente disponible a su proyecto, sentirme seguro de que mi vida está llena de sentido, aunque a mí no siempre me es dado y fácil el descubrirlo, sólo la confianza de que Él distingue mi camino y mi descanso me hace vivir en paz.
Fray Francisco Brändle