Teresa de Jesús y la conversión

En este tiempo de Cuaresma recordamos con facilidad la gracia que tuvo santa Teresa en la Cuaresma de 1554, junto a la imagen de un Cristo atado a la columna, que produjo en su vida una profunda conversión. Ciertamente, fue la culminación de un largo proceso de búsqueda, que no paró allí, sino que la impulsó a un nuevo caminar siempre más hondo, siempre más ancho.

            ¿Qué conversión nos enseña santa Teresa?

Primero, me parece que podemos hablar de una conversión que nos hace poner la mirada en Cristo. Es, al mismo tiempo, una invitación a la centralidad en Cristo y a no distraernos de lo esencial. Con mucha facilidad nuestra mirada o se vuelve hacia nosotros mismos o se vuelve hacia los demás. Pero, no en el sentido bueno de la caridad, sino juzgando, con envidia, rencor, codicia… Si quitamos nuestra mirada del Maestro dejamos que se adentre en nuestra mente y nuestro corazón la obscuridad que ciega nuestros pasos. La conversión de santa Teresa es una conversión a Cristo, a mirarlo a él como único bien de su alma.

Segundo: la conversión que nos enseña santa Teresa es una conversión que nos hace ser solidarios con Cristo, que llena nuestro corazón de disponibilidad para compartir con él sus sufrimientos y cargar su cruz. Es una conversión que nos hace acoger la voluntad de Dios en nuestras vidas. Es también la conversión que nos permite contemplar el rostro sufriente de Cristo en nuestros hermanos que, como dice el papa, están en las “periferias de la existencia”.

Tercero: creo que podremos hablar de la dimensión eclesial y hasta humanitaria de la conversión teresiana. Sí: han pasado cinco siglos del nacimiento de Teresa de Ahumada y aún nos estamos beneficiando de su conversión. Quisiéramos que también nuestra vida tuviera un poquito de esa luz que irradia Teresa. Quisiéramos que aproveche a los demás todo lo que hemos recibido de Dios.

Pero, no queremos terminar esta meditación sobre la conversión de santa Teresa sin preguntarle cuál es el secreto de este hecho afortunado. En el Libro de su Vida, hablando de esta conversión escribe: “Porque estaba ya muy desconfiada de mí y ponía toda mi confianza en Dios”. La conversión sucede cuando ponemos toda nuestra confianza en Dios, este es el secreto.

Pidamos hermanos, hermanas, la gracia de vivir esta Cuaresma como proceso de conversión y pidamos la gracia de confiar totalmente en Dios.

Fray Emmanuel María