El Señor guarda a los sencillos

“El Señor guarda a los sencillos” (Sal 114). No parece muy difícil de entender el sentido de este versículo, pero me llamo la atención el calificativo de “sencillos”. Esperé con paciencia que a lo largo de la oración, hecha al estilo teresiano-sanjuanista, de atención amorosa, se me fuera haciendo más luminoso su contenido. Comencé cayendo en la cuenta de que realmente nos hacemos complicados, queremos al fin en muchas ocasiones no ser lo que somos, y esto de muchas maneras. No reconociendo nuestra debilidad, no aceptando nuestra limitación, no saliendo, en definitiva, de nuestro estrecho y complicado modo de ver las cosas. Desde esta conciencia de llegar a descubrir las ocasiones en que nos hacemos complicados, quise en positivo abrirme a que se me hiciera manifiesto que es ser “sencillo”. Pensando en el Señor que nos guarda caí en la cuenta que nos quiere abiertos a lo que en su designio de amor hemos de alcanzar. La meta de nuestra existencia está en esa sencilla vida amorosa en la que nos podemos abrir a Dios y a los demás en la verdad de lo que somos, llegar a la verdadera comunión que nace de lo que somos, y no de lo que complicadamente queremos llegar a alcanzar, y que nos aparta de esa mirada amorosa con la que Dios nos guarda, para llevarnos a vivir en comunión sincera con Él y con los demás.

F.Brändle