me cubres con tu palma


Las Mártires de Guadalajara

“Me estrechas detrás y delante, me cubres con tu palma” (Sal 138,5). En un salmo que nos recuerda el conocimiento de Dios sobre cada uno de nosotros, con un saber que nos sobre pasa, me sorprendió ese abrazo de Dios y esa potencia divina. Habíamos comenzado nuestra oración silenciosa, con el canon: “alma, a ti buscarte has en mí, y a mí buscarme has ten ti”. Descubrí en el silencio y a la luz de este versículo del salmo cuán cierto era. A Dios sólo le descubriré en ese estrecho abrazo que me funde con Él, donde me entrega toda su vida, para poderle conocer en mí, al tiempo que me acoge en su misterio para poderme conocer en verdad en Él. Caer en la cuenta de ello es llagar a no buscarme ya fuera de Dios que así me ha abrazado. En él puedo ser en verdad lo que anhelo y debo ser, porque su abrazo no nos destruye, Así abrazados nos cubre con su palma. La mano de Dios, su bondadoso actuar, se convierte para nosotros en protección cierta. Ser conocidos por Dios, es ser amados, y esto hasta llegar a ser verdaderamente abrazados por Él. Comprendí que el salmo me invitaba a ello, partiendo de esa verdad tan contundente: el abrazo de Dios.

F. Brändle