“Levántate, Señor, ven a tu mansión, ven con el arca de tu poder” (Sal 131,8) . Con este verso del salmo 131 me dispuse a vivir la oración que cada jueves nuestra comunidad hace ante el Santísimo expuesto. Eran unas palabras que me vinieron al azar, sin haberlas escogido expresamente para vivir una experiencia de oración ante el Santísimo. Me vi, sin embargo, en breve envuelto en un modo de recitar estos versos totalmente apropiado para vivir el momento. Invitaba al Señor a venir en medio de nosotros que como comunidad estábamos orando, y hacerlo de modo singular, con el arca de su poder. Ese arca de alianza y amor que nos mostró en Jesús, y que ahora presente de modo sacramental podía contemplar. No había podido sospechar al comenzar la oración, que tan claro se me haría esta nueva forma de poder atribuida al arca de la presencia divina. Era el amor que se manifestaba en el sacramento el poder con el que el Señor que venía a su mansión cumplía unos deseos nacidos del verso del salmo. Con ello mi horizonte se abrió a la humanidad y a la creación, el Dios al que invitaba a hacerse presente con el arca de su poder, me invitaba también a descubrir su presencia de un modo más universal: en la humanidad y en toda la creación. F. Brändle