Misericordia, Señor


Balsa de Refugiados, Sergey Ponomarev, premio Pulitzer 2015

“Misericordia, Señor, misericordia, que estamos saciados de desprecios” (Sal 122,3). Cuando leía estas palabras del salmo en la recitación de Vísperas, me parecían dirigirse a Dios para pedirle que como víctima se acordara de mí. Las escogí para vivir mi oración silenciosa y poco a poco se me fue abriendo paso otro modo de vivirlas. Suplicaba que el Señor me concediera su misericordia, me la regalara, la necesitaba para vivir en un mundo donde nos encontramos saciados de desprecios. No se trataba de hacerme la víctima, sino de descubrir el camino para unidos a Dios salvar el mundo. Una salvación que no podemos descubrir haciéndonos las víctimas y siendo por ello salvadores, sino haciéndonos portadores de la misericordia de Dios que verdaderamente salva al mundo, transformándolo y llevándolo a la unión con Él. Descubrir el mundo desde esta perspectiva es acercarme a los graves males de la humanidad, con esperanza, aguardando que la misericordia de Dios se manifieste en un camino de transformación de la humanidad. Pero también es descubrir en mi pequeño mundo que esos males de los que puedo sentirme víctima los tengo que vivir desde la misericordia de Dios que yo puedo encarnar transformando las situaciones en esperanza, porque como en su día pudo vivir San Juan de la Cruz, donde no hay amor hay que poner amor, misericordia, para llegar a vivir el verdadero amor.

F. Brändle