Levanta del polvo al desvalido


Cristo levantando la madre de Pedro, Rembrandt,1650 plumilla.
Colección Frick, Nueva York

“Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre” (Sal 112,7). El Señor al que todos los pueblos alaban se identifica con aquel que levanta del polvo al desvalido y alza de la basura al pobre. Con este pensamiento me adentré en la oración. Se me fue desvelando el misterio que encierran estos versos como el modo y la forma más adecuada de experimentar a Dios. Sentirle tan cercano como para levantarte, y al mismo tiempo tan a tu lado que nada le importa el polvo o la basura en la que puedas encontrarte. Lo que importa es dejarte alzar por él, levantar. El salmo prosigue, “para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo” (v.8). La imagen de hacer al que yace en el polvo, o en la basura, príncipe me hacía sentir que no se trataba de un mero gesto de benevolencia para sacarte de una situación deplorable, sino de llevarte a aquella condición en la que sentirte elegido, llamado a vivir una vida totalmente distinta, en unas nuevas condiciones. La experiencia que brotaba de estos versos era la que me llevaba a descubrir a Dios tan cercano, que pudiera descubrirle a mi lado, pero al mismo tiempo tan deseoso de darme algo totalmente nuevo, que desbordase todas mis expectativas. El sentarme entre príncipes venía a descubrirme una nueva forma de vida que tendría que acoger desde mi pobreza.

F. Brandle