Suba mi oración como incienso en tu presencia


“Suba mi oración como incienso en tu presencia” (Sal 140). Quise hacer mío el deseo del salmista, al repetir como canon este versículo. Las palabras al irlas saboreando y haciendo más personales fueron despertando en mi conciencia horizontes en los que no había caído en la cuenta, porque la imagen era muy sencilla, pero el modo de entender la presencia es lo que fui descubriendo que era algo mucho más, era la presencia amorosa, por la que mi oración al igual que sube el humo del incienso y se funde en el aire, hacía que mi vida se fuera uniendo a la vida de Dios. La oración era mi vida encendida en el amor de Dios que al subir, o ahondarse en Dios, se dejaba llenar del mismo Dios que es Amor, y así la unión con Dios a la que nos ha de llevar la oración, se hacía el centro de mi oración a través de esta petición: “suba mi oración como incienso en tu presencia”. Toda oración, la que en ese momento vivía: oración silenciosa, como la oración litúrgica entiendo que ha de estar impregnada de este deseo.

F. Brändle

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