Me mantienes siempre en tu presencia

“Me mantienes siempre en tu presencia” (Sal 41,13). Tomé como versículo para vivir mi oración éste tan simple y sencillo. En un primer momento me sorprendió que aunque en el verso está claro, mi lectura la había hecho en un sentido más activo: “mantener la presencia de Dios en mi vida”. Caí claramente en la cuenta que era Dios quien me mantenía en su presencia, más allá de mi conciencia de ello. Se trataba, pues, de caer en la cuenta de que no podemos hacer nada mejor que refugiarnos en la mirada de Dios. En estos días leía: “Cuánto más profundamente conozcamos a Dios más ardiente será nuestro deseo de exponernos a su mirada…Y ahuyentar el temor que quisiera detenernos… Lo bueno ¡míralo! Los defectos míos ¡míralos también! … ¡Míralo, Dios mío! En cuanto hagamos esta voluntaria exposición ante los ojos de Dios hemos fijado un punto de partida indestructible para nuestra propia renovación! (R. GUARDINI, Sobre el Dios vivo,Sapientia, Madrid 1957, p.31). Estas reflexiones las vivía ahora en apoyo de mi oración para concienciarme que nada hay mejor que sea Dios quien nos mantenga en su presencia. En su presencia mi vida queda protegida. No buscaba tanto el refugiarme, cuánto el ser puesto, mantenerme, en esa presencia salvadora por la mano del mismo Dios, y nada mejor que esta oración silenciosa para proyectarlo en la vida.

F.Brändle