Que tus sacerdotes se vistan de gala


“Que tus sacerdotes se vistan de gala, que tus fieles vitoreen” (Sal 131,9) Me llamó la atención este verso del salmo, todo el dedicado al traslado del arca. ¿Que es lo que pedía al Señor, al rezarlo como creyente cristiano?. Lo tomé para llevarlo a mi oración silenciosa. No tardé, al repetirlo, en caer en la cuenta, que “tus sacerdotes” eran todos los que en Cristo habían alcanzado su dignidad sacerdotal, con la que acercarse a Dios. Vestirse de gala, era dejar que el Padre, que viste a los lirios del campo, los revistiera con aquellas virtudes que nacen de su amor. La presencia de Dios que Cristo nos muestra está ligada a esta nueva condición sacerdotal de la humanidad. En cada hombre tendría que ver al sacerdote que Dios viste de gala, para celebrar su presencia en medio del mundo. La morada de Dios está entre nosotros, descubrirlo ha de llevar a todo hombre a vitorear gozoso por haberla descubierto. Sentí en mi oración lo cerca que Dios está de nosotros, en medio de unas apariencias que parecen ocultarlo.

F. Brändle

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