
“Haya paz dentro de tus muros” (Sal 121,7). Este salmo 121 que encierra un bello canto a Jerusalén me ofreció para mi oración este versículo. Muy pronto en la oración la paz me envolvió. No era un sentimiento sino esa paz que ofrece el resucitado, la contemplaba en esa nueva Jerusalén fortalecida con los muros de la presencia de Dios que la envolvían. La Pascua que se aproxima, no la puedo separar de su horizonte último, la que se celebrará en la nueva Jerusalén. Allí el paso de Dios se manifestará en la paz que reinará dentro de los muros. Contemplar animado por este verso ese final, en medio de nuestra situación de guerra, era una llamada aún más fuerte a esperar lo que la historia desde sí misma no ofrece. Nuestra historia de guerras y conflictos es pasajera, pero no inútil, es el camino de esperanza en aquella paz que reinará dentro de los muros de la nueva Jerusalén. Con esta esperanza viví mi oración, silenciosa y contemplativa, hecha noticia de paz amorosa.
F.Brändle