El abandono en Dios

Abandono

Ya sé, Dios mío, que sin ti nada soy. Ya he comprobado que sin tu gracia nada puedo. Ya sólo quiero abandonarme en ti, en tu amorosa providencia, en tu inmensa bondad. Pero ni siquiera consigo abandonarme en ti sin tu gracia. Todavía pueden mucho mis miedos, mi orgullo, mi pecado. Por eso, mi Dios, hoy quiero pedirte que me enseñes a dejar en ti el cuidado de mi propia persona y de mi destino. Enséñame, Señor, a renunciar a mi propia voluntad para entregarme a la tuya. Por favor, Amor mío, no me lo puedes negar. Enséñame a ser más humilde, a saberme un niño pequeño en brazos de mi Padre, enséñame a confiar, a esperar en tu ayuda. Necesito, Dios mío, que me enseñes a abandonar en ti mi vida. Necesito que me des fortaleza para superar mi tendencia natural al amor propio y para renunciar a todo lo que no venga de ti.

Yo sólo quiero guiarme por el amor que te tengo, pero este amor mío es tan débil, tan frágil, tan inconstante que necesito tu mismo Amor para poder amarte. Dame tu gracia, mi Amor. No la quiero para huir de nada, ni para hacer más llevaderos los sufrimientos. Al contrario, la quiero para darlo todo, para darme del todo, para amarte a ti y a mis hermanos con el mismo amor de tu Hijo, para abrazar su cruz. Enséñame tú, Jesús mío, la ciencia, la sabiduría de tu cruz. Ya voy gustándola, ya voy vislumbrando su dulzura, pero con tanta timidez, con tan poca determinación que apenas avanzo. Oh Cristo, envíame tu Espíritu santificador, que me renueve, que me purifique, que me ilumine. Ven, Espíritu Santo a mi pobre espíritu y transfórmalo desde dentro, lléname de santa audacia y libérame de mi orgullo, que me lleva a mendigar las migajas de amor y aprobación que puedan darme las criaturas y a desperdiciar tanta gracia derramada.

Pablo María