
“Para que rija a tus humildes con rectitud” (Sal 71,2). Me sorprendí con este modo de llamar a los fieles: tus humildes. ¿Cómo identificarlos? Repetir en la oración este verso quiso ser el modo de acercarme a su contenido. Me vino claro a mi conciencia que los humildes son quienes se sienten nacidos en gratuidad. Lo que somos lo hemos recibido. Necesitamos aprender a recibirlo con verdad. Sólo lo podremos hacer si nos acercamos a quien nos puede regir con rectitud, aquel a quien Dios envía para regir a sus humildes. Abrirnos a ese don que somos, es dejar que se lleve a cabo en nosotros su proyecto. Aquí está la razón de esa humildad, que no es apocamiento, sino acogida gozosa de mi propio ser. María es el testimonio más fehaciente de ese deseo, y Jesús el modelo a seguir, si me pongo bajo su guía. Entender el versículo me ayudo a valorar mi propia vida en toda su grandeza, que nace de reconocer mi ser humilde, para ser regido con verdad y rectitud.
F.Brändle