Espiritualidad monástica de San Jerónimo (2ª parte)

[El siguiente texto ha sido escrito por un nuevo colaborador de este weblog. Sencillamente «Un Hermano».]

Para Jerónimo no hay vida monástica sin hacer de la Sagrada Escritura, de su lectura amorosa y de su meditación constante, el centro de la vida del monje. Se trata de seguir a Cristo, pero seguir a Cristo conforme a la escritura. La regla que rige la vida del monje es la Escritura y sólo la escritura. La vida del monje es una vida separada del mundo en una búsqueda continua de Dios en la lectio divina y la oración. Por eso Jerónimo recomienda a todo monje: “lee con mucha frecuencia y aprende lo más posible. Que te sorprenda el sueño con el códice en la mano y caiga tu faz sobre la Escritura santa (Ep.22, 17). La lectura de la escritura ha de hacerse en la soledad de la celda. La celda es el lugar de intimidad entre Cristo Esposo y el monje. Sigue leyendo «Espiritualidad monástica de San Jerónimo (2ª parte)»

Espiritualidad monástica de San Jerónimo (1ª parte)

[El siguiente texto ha sido escrito por un nuevo colaborador de este weblog. Sencillamente «Un Hermano».]

San Jerónimo, hombre intrépido, carácter fogoso y apasionado, monje de los pies a la cabeza, es un ejemplo lúcido y una flecha de fuego, en estos momentos en que parece que las cenizas quieran apagar el fuego que sigue ardiendo en los corazones de aquellos a los que el Espíritu sigue llamando a la aventura monástica.

San Jerónimo antes que nada tenemos que decir, que es un hombre realista y con los pies bien puestos en el cielo. Nadie espere encontrar en él una mística de corte platónico ni sentimentalismos estériles. Su espiritualidad monástica tiene como fundamento el Evangelio y desde éste el seguimiento radical de Cristo. Sigue leyendo «Espiritualidad monástica de San Jerónimo (1ª parte)»

Textos monásticos de todos los tiempos: El combate espiritual idealizado

Los monjes de todos lo tiempos se han adentrado en la experiencia común del Misterio divino. Aun perteneciendo a distintas tradiciones religiosas, tienen muchas cosas que les asemejan. La totalidad de su entrega, el descubrir que sólo hay una cosa necesaria: Dios, y la pedagogía que les dispone a la experiencia sagrada, constituyen un universo familiar para todos ellos.

A partir de ahora os iremos presentando diversos textos de esta rica tradición monástica milenaria, no tanto para leerlos y olvidarlos, sino para rumiarlos en la soledad, pues de ella surgieron.

EL COMBATE ESPIRITUAL IDEALIZADO

Contemplemos… aquellos ejércitos espirituales… No acampan entre lanzas, como nuestros soldados…, ni armados de escudos y corazas. No. Desnudos los veréis de todo eso, y, sin embargo, llevando a cabo hazañas como no son capaces de cumplir los soldados imperiales con sus armas. Y si eres capaz de comprenderlos, ven, dame la mano y vamos los dos a esta guerra y veamos el orden de combate. Porque, sí, también éstos hacen diariamente la guerra, y pasan a cuchillo a sus contrarios, y vencen a todas las concupiscencias que a nosotros nos asedian. Allí las contemplarás derribadas por tierra, sin poder ni respirar. Allí se ve puesta por obra aquella sentencia del apóstol que dice: “Los que son de Cristo han crucificado su carne con todas sus pasiones y concupiscencias”.

¡Mira qué muchedumbre de cadáveres tendidos, atravesados por la espada del Espíritu!… ¡Mirad cuan espléndida victoria! El trofeo que todos los ejércitos de la tierra reunidos no son capaces de levantar, aquí lo levanta cada uno de los monjes, y derribado está ante ellos cuanto significa desvarío y locura, las palabras descompuestas, los vicios locos y molestos, el orgullo y cuanto de la embriaguez toma sus almas.

San Juan Crisóstomo, In Matth, hom. 70, 3-4

Textos monásticos de todos los tiempos: Qué es un monje

Los monjes de todos lo tiempos se han adentrado en la experiencia común del Misterio divino. Aun perteneciendo a distintas tradiciones religiosas, tienen muchas cosas que les asemejan. La totalidad de su entrega, el descubrir que sólo hay una cosa necesaria: Dios, y la pedagogía que les dispone a la experiencia sagrada, constituyen un universo familiar para todos ellos.

A partir de ahora os iremos presentando diversos textos de esta rica tradición monástica milenaria, no tanto para leerlos y olvidarlos, sino para rumiarlos en la soledad, pues de ella surgieron.

QUÉ ES UN MONJE

Debemos saber qué es un monje y por qué manera de vivir merece realmente este nombre. Vamos, pues, a hablar de ellos conforme a lo que Cristo nos ha enseñado.
Se le llama así en primer lugar, porque está solo, absteniéndose de mujer y habiendo renunciado interior y exteriormente al mundo. Exteriormente, es decir, a las cosas exteriores y mundanas; interiormente, es decir, a las representaciones de tales cosas, hasta el punto de no admitir jamás los pensamientos de los cuidados mundanos.

En segundo lugar, se le llama monje por cuanto invoca a Dios con oración incesante, a fin de purificar su espíritu de los numerosos e inoportunos pensamientos, y para que su espíritu llegue a ser monje en sí mismo, sólo delante del verdadero Dios, sin acoger jamás los pensamientos que provienen del mal; al contrario, se purifica enteramente como conviene y permanece puro ante Dios.

“Macario”, Homilías espirituales 56, 1

Textos monásticos de todos los tiempos: El monje, nuevo Adán

Los monjes de todos lo tiempos se han adentrado en la experiencia común del Misterio divino. Aun perteneciendo a distintas tradiciones religiosas, tienen muchas cosas que les asemejan. La totalidad de su entrega, el descubrir que sólo hay una cosa necesaria: Dios, y la pedagogía que les dispone a la experiencia sagrada, constituyen un universo familiar para todos ellos.

A partir de ahora os iremos presentando diversos textos de esta rica tradición monástica milenaria, no tanto para leerlos y olvidarlos, sino para rumiarlos en la soledad, pues de ella surgieron.

EL MONJE, NUEVO ADÁN

El trabajo de los monjes es el mismo que el de Adán al principio, antes de su pecado, cuando estaba revestido de gloria y conversaba familiarmente con Dios y habitaba aquel lugar donde toda bienandanza tiene su asiento. ¿Es que le van, en efecto, a la zaga los monjes a Adán cuando, antes de su desobediencia, fue puesto por Dios para cultivar el paraíso? Ninguna preocupación mundana atormentaba a Adán, y ninguna atormentaba a los monjes. Con pura conciencia conversaba Adán con Dios, y con pura conciencia conversan con él los monjes. O, por mejor decir, tanto mayor es la confianza que estos tienen con Dios cuanto es mayor la gracia que les suministra el Espíritu Santo.

San Juan Crisóstomo, In Matth. Hom. 68,3

Crema de calabacín

cremacalabacin

Hoy comenzamos una nueva sección dentro de esta pequeña ventana del Monasterio: Entre los pucheros. Queremos compartir con vosotros nuestra vida en Batuecas, y la cocina es parte de ella. Por eso, poco a poco iremos desgranando algunas de las recetas de cocina que nuestro hermano utiliza en el día a día. Nuestra cocina es sencilla, pero sabrosa y nutritiva, acorde a la vida en pobreza que tratamos de vivir. Estamos convencidos que es algo práctico que satisface a todos.

Y es que, como decía nuestra santa madre Teresa de Jesús, entre los pucheros anda Dios.

CREMA DE CALABACÍN

Durante la temporada de verano, nuestra huerta produce unos magníficos calabacines que destinamos a diferentes platos, entre ellos hacemos esta deliciosa crema, que después congelamos y conservamos para todo el año. Es una receta muy sencilla y queda una crema deliciosa.

Ingredientes

  • 4 calabacines medianos
  • 1 cebolla grande o dos medianas.
  • 4 cucharadas colmadas de aceite
  • 4 dientes de ajo
  • 1 vaso de agua
  • 5 quesitos

Se pelan las cebollas y se cortan en trozos medianos. Se echan en la cazuela junto con las cucharadas de aceite. Mientras la cebolla se pocha a fuego suave, se pelan los dientes de ajo que se cortan en pequeños trozos y se añade a la cebolla. Se pelan también los calabacines y se cortan en pequeños trozos. Una vez pochada la cebolla se añaden los calabacines y se sala al gusto. Se deja cocer unos 20 minutos (depende de la clase de calabacín), y se añade el vaso de agua. Cuando los calabacines estén bien blandos se quita algo de agua si parece que es mucha (depende del espesor que se le quiera dar a la crema), y se reserva esta agua por si hiciera falta al final. Se pasa el contenido de la olla por la batidora hasta que quede una crema fina y se sirve enseguida.

¡¡¡Y que aproveche!!!

Nuestros Venerables: P. Valentín de S. José

P. VALENTÍN DE SAN JOSÉ
(por Gonzalo Rodríguez L.)

Nace en Castilfalé (León). De padres profundamente cristianos que supieron hacer de su casa una Iglesia doméstica, de la que naturalmente brotaron abundantes vocaciones entre sus hijos. De la etapa infantil del P. Valentín poco sabemos. Quizá por influjo de dos de sus hermanos mayores que habían ingresado en el Carmelo teresiano, ingresó a los trece años en el colegio preparatorio de Medina del Campo. Su madre acababa de fallecer recientemente.

Tomó el hábito en Segovia en 1913, e hizo su primera profesión en 1914. En 1917 hará la profesión solemne en Ávila. En esta ceremonia predicará su hermano, Eusebio del Niño Jesús, que morirá mártir en la guerra civil, y hoy día recientemente beatificado.

Es destinado a Cuba para evitar el servicio militar, y es allí donde se prepara para el sacerdocio, formado por su propio hermano. Llegado el momento recibe la Ordenación sacerdotal en Cienfuegos (Cuba)

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Nuestros Venerables: P. Tomás de Jesús

Hoy inauguramos una nueva sección dentro de esta ventana del Monasterio de S. José de las Batuecas: Nuestros Venerables.

En ella iremos desgranando la vida de los principales monjes que vivieron entre estas paredes, aquellos que hicieron posible que nuestro Monasterio sea lo que es, que el espíritu de nuestra orden carmelitana – aquel que S. Juan de la Cruz y Sta. Teresa de Jesús soñaron para el mundo – se hiciese vida. Ellos son ejemplo para quienes tomamos su testigo, y para todos aquellos que desean hacer de la caridad el centro de sus vidas.

Y el primero de ellos es el Padre Tomás de Jesús, fundador de nuestro Monasterio.

P. TOMÁS DE JESÚS
(por Gonzalo Rodríguez L.)

Tomás Díaz Sánchez Dávila nace en Baeza ( Jaén) en 1564, de padres no muy ricos, pero nobles y piadosos. Estudió artes y Teología en Baeza. En 1583 comenzó la Jurisprudencia en Salamanca. Ya había concluido los estudios cuando, tras la lectura de las obras de Santa Teresa de Jesús, se decidió a tomar el Hábito del Carmen Descalzo. Hizo el noviciado en el convento de Valladolid. Profesó el 5 de Abril de 1587 en manos del P. Gracián, recibiendo el nombre de Fray Tomás de Jesús. Siendo todavía novicio le encargaron la redacción del primer ordinario que tuvo la Orden. Dos años después de su profesión fue destinado, como profesor de teología, al convento de Sevilla.

Su salud fue siempre delicada. Padecía frecuentes insomnios, pero los supo aprovechar bien. En ellos se dedicó a estudiar la historia antigua del Carmelo, la Regla primitiva, los orígenes orientales de la Orden. Estudiaba, pensaba y escribía, al mismo tiempo que procuraba captar el ambiente carmelitano de su tiempo.

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Historia, carisma y vida cotidiana

Historia

Hace muchos años, en un lejano país de medio oriente, en una montaña llamada el Carmelo, donde vivió el profeta Elías, surgieron unos ermitaños. Lo habían dejado todo en occidente: familia, tierras y futuro. Unos habían llegado a Tierra Santa como peregrinos, otros como cruzados. Fue allí donde se sintieron llamados por Dios, se retiraron a unas cuevas e hicieron en medio de ellas una capilla dedicada a la Virgen María (s. XII). Con los años pasaron a Europa y se hicieron mendicantes y apostólicos, pero sin dejar de ser contemplativos.

Más tarde, en el s. XVI, Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, miraron con añoranza aquel origen remoto y santo, y fueron llamados por Dios para dar al Carmelo un nuevo vigor. Así nació el Carmelo descalzo, que se ha caracterizado por ser contemplativo y activo al mismo tiempo, aunque desde el origen existieron conventos especialmente dedicados a la oración.

Nuestro monasterio se fundó en el año 1599 en el valle de Batuecas por el venerable Fr. Tomás de Jesús. En su origen está el modelo de los antiguos ermitaños del Monte Carmelo, de su soledad, su pobreza, su contemplación, y de los monjes del desierto de Egipto, de ahí que se llame “Desierto” de San José de Batuecas. También la arquitectura del monasterio siguió el mismo modelo antiguo: una Iglesia rodeada de ermitas. En 1836, con la desamortización, fue expropiado el monasterio. Lo recuperó Santa Maravillas de Jesús, carmelita descalza, en el año 1936. Aquí vivieron ella y sus monjas hasta que lo cedieron a los frailes, que volvieron a habitarlo en 1950.

Carisma

El carisma que ha definido siempre a nuestra Orden del Carmen Descalzo es el contemplativo. Los demás elementos, como la pobreza, el apostolado y la fraternidad, nacen de la experiencia interior y la enriquecen. Santa Teresa dice a sus monjas: todas las que traemos este hábito sagrado del Carmen somos llamadas a la oración y contemplación, porque éste fue nuestro principio, de esta casta venimos, de aquellos santos Padres nuestros del Monte Carmelo, que en tan gran soledad y con tanto desprecio del mundo buscaban este tesoro, esta preciosa margarita de que hablamos [la contemplación].

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Semblanza de un ermitaño

Fr. Matías del Niño Jesús

Semblanza de un ermitaño

El día 27 de junio de 2008, a las 3.10 de la madrugada, fallecía en el Hospital de la Santísima Trinidad de Salamanca el P. Matías del Niño Jesús. Tras sus casi noventa años de vida, existe una historia que sólo Dios conoce de verdad, y que a los que hemos tenido la gracia de vivir con él algunos años, se nos ha dado a conocer en parte.

Si se hiciera una biografía completa del P. Matías, se nos iluminarían muchos puntos de nuestra propia historia Provincial de Castilla. Él, en su larga vida de carmelita, ha sido protagonista y testigo de muchos momentos importantes de nuestra historia, conocidos unos, y otros más ignorados. Yo aquí sólo haré una breve reseña con el fin de dar gracias a Dios por su larga vida y por su obra.

Infancia y vocación

Su nombre de pila fue Florencio Matilla Rengel. Nació en Hinojosa de Duero (Salamanca) el 12 de agosto de 1918, de Matías Matilla e Isidra Rengel. Tuvo dos hermanos y dos hermanas.

Con 11 años ingresa en nuestro Seminario Menor de Medina del Campo (Valladolid). Él recordaba que un niño del pueblo había ido allí, cuando regresó en las vacaciones hablaba muy bien del ambiente y de la comida, lo que animó a entrar a varios niños más, entre ellos, al pequeño Florencio. Estas motivaciones elementales Dios las fue utilizando para trazar y hacer crecer en él la vocación al Carmelo.

En el Seminario fue recibido por el Beato P. Eusebio del Niño Jesús, prior entonces de Medina y más tarde mártir. En aquellos años iniciales fue aprendiendo los rudimentos de la piedad carmelitana, el amor a la Virgen del Carmen, a San José, a los Santos del Carmelo; devociones que vivió hasta los últimos momentos de su vida con el mismo fervor de cuando niño, con un cierto toque infantil. Su confesor en aquellos años fue otro Beato, también mártir: el P. Nazario.

Florencio era buen estudiante, sobre todo tenía buena memoria. En una ocasión obtuvo el primer premio en una prueba de latín, y le hicieron un regalo que conservó toda su vida, y que mientras escribo esto, aún permanece en el estante de su celda: “El Monte Carmelo”, del P. Florencio del Niño Jesús. Fue precisamente este libro el que despertó en él su gran interés por la historia de nuestra Orden, un interés que nunca perdió.

Noviciado y Profesión

Con 15 años y pantalón corto –así nos lo narraba él en las recreaciones de Batuecas-, se acercó a tomar el hábito el 3 de julio de 1933, iniciando así su noviciado en Segovia. A partir de ese momento su nombre será el de Fr. Matías del Niño Jesús, por el que se le conocerá siempre. Este apellido religioso refleja muy bien su espiritualidad, ligada siempre a la infancia de Jesús, especialmente bajo la advocación de Praga. Su maestro de novicios fue el P. Valentín de San José, al que él estimó tanto desde entonces, y con el que, mucho más tarde, coincidirá en el Desierto de Batuecas.

Terminado este año de noviciado, profesa en Segovia el 15 de agosto de 1934, pasando a nuestro convento de Ávila, donde realizará sus estudios filosóficos entre 1934 y 1937. Durante este período estalló la guerra civil española, y fue en Ávila donde le llegaron noticias del fusilamiento del Hno. Daniel, connovicio suyo, y de los PP. Eusebio y Nazario, actualmente todos beatos.
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