LA OSCURIDAD ME BASTA

Es casi medianoche y estoy esperándote en la oscuridad, en el gran silencio. No me dejes pedir más que quedarme sentado en la oscuridad, sin encender una luz por mi mismo, ni atiborrarme en mis propios pensamientos para llenar el vacío de la noche en la cual espero por ti.

 

Déjame volverme nada para la luz pálida y débil de los sentidos, para permanecer en la dulce oscuridad de la fe pura; en cuanto al mundo, déjame volverme para él totalmente oscuro para siempre. Que yo pueda de este modo, por esta oscuridad, llegar en fin a tu claridad.

 

Que yo pueda después de haberme vuelto insignificante para el mundo extenderme en dirección a los sentidos infinitos contenidos en tu paz y en tu gloria. Tu claridad es mi oscuridad; yo no sé nada de ti, y por mi mismo, ni puedo imaginar como hacer para conocerte. Si yo te imaginara estaría equivocado, si te comprendiera estaría engañado, si quedara consciente y cierto de que te conozco sería loco. La oscuridad me basta

Thomas Merton

El Sentido de la Vida

La pregunta sustancial del hombre moderno no es la del hombre antiguo que se preguntaba por la salvación; ni la del hombre medieval que se preguntaba por la naturaleza sobrenatural que asume la nuestra; tampoco el hombre moderno se preocupa por encontrar un Dios misericordioso como Lutero. El hombre moderno se pregunta por el sentido. ¿Mi vida tiene sentido? Esto, consciente o inconscientemente, aparece como una pregunta insoslayable: la libertad absoluta y a veces desquiciante, el hedonismo, el consumismo, etc, etc son respuestas dadas a esta pregunta que martillea la conciencia del hombre moderno.

 ¿Puede Santa Teresa, mujer inquieta del siglo XVI, darnos alguna pista para resolverla?

 Para Teresa, el hombre, no puede ser pensado sin Dios: “A mi parecer jamás nos acabamos de conocer, sino procuramos conocer a Dios” (1M 2,4). Teresa por el camino de la interioridad no sólo se supo radicada  en Dios, sino habitada por Él.

 Conocer a Dios para conocerse a si mismo a la luz de Dios constituye para Teresa el fundamento del sentido de la vida del hombre. Teresa descubrió en su experiencia que la acción de Dios para dar vida y sentido al hombre no es algo externo o extraño al hombre, sino que tiene el manantial en el centro del hombre mismo. Supo ir descubriendo, que lo más hondo del hombre es una especie de apertura radical a Dios.

 El sentido de la vida del hombre vendrá de entrar en contacto con esa fuente, que es Dios que es recreador del ser humano, no lo oprime ni lo angosta, sino que lo dilata y lo ensancha, lo rehace.

Para descubrir el sentido de su vida, el hombre, nos enseña Teresa, no le basta con conocer el castillo y pararse delante de él. ¡Tiene que entrar! Y para entrar en él, sólo hay una puerta: la oración

El hermano

El contemplativo (introducción)

En todas las religiones ha habido contemplativos; incluso en el mismo ateismo han surgido hombres y mujeres que pueden ser considerados contemplativos y lo son. Pero no nos vamos a detener ahora en el hombre contemplativo en general, sino en el contemplativo cristiano.

Lo primero que hay que aclarar es que no debemos confundir contemplativo con hombre de oración. Todo contemplativo es hombre de oración, pero no todo hombre de oración es contemplativo.

El contemplativo cristiano es aquel que está convencido que por sus propias fuerzas no puede ver a Dios. No porque Éste esté lejos, ni se oculte. El contemplativo sabe que no puede ver a Dios, porque Dios es tan infinitamente real que nuestra capacidad humana, no es capaz de captarlo en todo lo Dios que es. Sigue leyendo «El contemplativo (introducción)»

Pedagogía contemplativa III

En el último apartado vimos la necesidad de concretar la contemplación en una ejercicio: unos iconos, una vela, sentarse, una frase repetida…

Cuando alguien comienza a orar, empieza utilizando las herramientas más elementales, a las que estamos ya acostumbrados. Como nos son familiares, no nos es difícil ponerlas al servicio de la oración, pues ya las usamos constantemente para la vida ordinaria.

El pensamiento suele ser una herramienta muy utilizada. La persona se sienta o se arrodilla y empieza a meditar hablando con Dios o razonando sobre algún tema religioso, dándole vueltas, e intentando que ese diálogo inventado por mí, o esas reflexiones piadosas, vayan penetrando en mi alma y motivándola, de la misma manera que me dispongo a tomar una decisión, y a animarme a ser fiel a ella, cuando previamente tengo pensamientos que me van impulsando en esa dirección. Santa Teresa habla de este método de orar, y lo llama oración discursiva. Ella no es muy partidaria de él, pues a ella le era difícil concentrarse con esta técnica, y consideraba que a la larga esto cansaba la mente: ……..

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Pedagogía contemplativa II

La vida contemplativa comienza cuando caemos en la cuenta de la propia realidad. Ya lo vimos en la parte primera.

Desde esta realidad se inicia una búsqueda del Misterio de Dios que, de alguna manera, nos ha tocado, o que anhelamos. A veces esta búsqueda aparece bajo otros ropajes: necesidad de sentido ante el sufrimiento, ante la propia frustración, etc. De la manera que sea, la persona insatisfecha busca un camino que la haga volver al hogar.

Desde el principio es necesario concretar una pedagogía elemental. La pregunta de los que quieren aprender oración contemplativa es muy directa: ¿cómo hacerlo? La respuesta ha de serlo también. Sigue leyendo «Pedagogía contemplativa II»

Pedagogía contemplativa I

La oración contemplativa no se reduce a la práctica de una técnica, sino a una actitud del corazón. Sin embargo, esa actitud no nace por generación espontánea, sino como desarrollo de un ejercicio.

El camino contemplativo se inicia cuando la persona percibe la realidad, su verdadera situación. Nunca la oración surge de la ceguedad o del autoengaño. De ahí que el inicio del camino siempre supone un reconocimiento de nuestra situación limitada.

San Juan de la Cruz lo expresa de esta manera: Sigue leyendo «Pedagogía contemplativa I»