
“Enaltece a los sencillos: La Asunción de María”
“El Señor guarda a los sencillos: estando yo sin fuerzas me salvó” (Salmo 114,6). Me pareció un verso muy a propósito para ayudarme en la oración. Nada mejor que vivir esa sencillez para orar. No tardó en hacerse luz en mi oración. No se trata de apropiarme esa cualidad de sencillo sin más, sino de caer en la cuenta de que si quiero ser guardado por Él he de aspirar a vivir en esa sencillez. Y sin pensarlo, sólo dejándome iluminar por el versillo fue cayendo en la cuenta de las muchas cosas que me hacen caer en la doblez. La de veces que busco escusas y trato de disculparme, interior o exteriormente. Me sentí verdaderamente indigno de ser guardado por el Señor. Me abrí sinceramente a ese sentimiento de abandono que me libere de mi doblez, soy para Dios, sin más, no necesito complicar mi conducta con nada, ni liberarme de nada, basta ser tal cual soy, para ser esa criatura sencilla, que se contempla pobre ante Dios, y le pide que le guarde. Que me haga sentir mi debilidad para sentirme salvado, Le di gracias una vez más porque desde su Palabra me va iluminando. Puedo así comprender que María, siempre a la escucha de la Palabra, meditándola en su corazón, entendiera de modo maravilloso estas palabras del salmo, cuando proclama que Dios derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, que todo aquello que nos aparta de la sencillez en la que Ella vivió ha de ser derribado, para como ella ser un día ascendidos al cielo en el que ser salvados. F. Brändle