qué es el hombre para que te fijes en él

Creación de Adán, Catedral de Monreale, Mosaico

“Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él? ¿qué los hijos de Adán para que pienses en ellos? (Sal 143,3). El versículo del salmo, me llamó la atención, porque lo encontré en el salmo 143, aunque en expresiones muy parecidas lo recordaba del salmo 8. No me detuve en recordar como despliega la respuesta el salmo. Tampoco quise traer a mi memoria el salmo 8. Me dejé adentrar en la oración con las interrogantes del salmo, sin más. Quise acercarme al corazón de Dios para encontrar la respuesta. Así quedé sorprendido de que en mi pobreza nunca llegaré a saber la respuesta si no me abro a lo que Dios quiera revelarme. Volví los ojos a la experiencia de San Juan de la Cruz para entender que acercarse al misterio de la Encarnación y recibir la gracia de que se nos abra todo su contenido es la mayor gracia que Dios puede hacernos, porque sólo así sabremos lo que es el hombre desde su raíz: el misterio mismo de Dios. El dejar resonar en nuestras vidas esta pregunta nos abre el camino para dejarnos alcanzar por la respuesta que nos ofrece Dios mismo en su revelación. La respuesta la iré recibiendo en el discurrir de mi vida, en los acontecimientos que me van abriendo a este misterio, pero siempre desde esa raíz en la que tengo que colocar la respuesta: Dios que me creó.

F. Brändle

Qué es el hombre?

“Señor ¿qué es el hombre para que te fijes en él? ¿Qué los hijos de Adán para que pienses en ellos? (Sal 143,3). Al comenzar mi oración repitiendo estos versos no me detuve en reflexionar como hace el salmo 8 en la grandeza del ser humano. Me abandoné a lo que poco a poco el Espíritu quisiera descubrirme. Sí, descubrí que si Dios se fijaba en el hombre era para amarle. Como bien dice San Juan de la Cruz, el mirar de Dios es amar. Mi oración no podía ser otra cosa que llegar a descubrir ese amor de Dios, llegar a quedarme envuelto en su amor. Y sobre todo también poco a poco llegar a descubrir que nuestra vida no está fuera del pensamiento divino. Estamos siendo amados, porque si piensa en nosotros no es para examinar nuestra vida, sino para acercarse a ella con la ternura de su ser Padre para darme todo su amor como a hijo. Su pensar en mi me llevaba a vivir envuelto en su amor providente, a tenerlo muy cerca, a saberme en sus manos.

F.Brändle