
“Esta es la generación que viene a tu presencia, Dios de Jacob” (Sal 23,6)- Tomado el versículo del salmo que acabábamos de recitar en vísperas, me resultó evocador para el momento que iba a comenzar: La oración en silencio con mis hermanos. Juntos éramos ese grupo que venía a la presencia del Señor. Más que nunca agradecí el poder vivir los momentos de oración en comunidad. Y tengo que reconocer que la presencia del Señor se hacía más universal, nos envolvía a todos. Era el silencio el medio más adecuado para una verdadera comunión. Cierto con Dios, pero también con cada uno de los que oraban conmigo. Sin ellos, mi oración no llegaría a un encuentro tan claro con lo que realmente será nuestro encuentro con Dios: un encuentro con todos los hombres en la nueva humanidad habitada por Él. Tenía claro que nunca el que ora se separa de los demás, pero no había vivido con tanta evidencia que esa comunión era la expresión de un encuentro con Dios más profundo.
F. Brändle