
“Le preparaste el terreno y echó raíces…” (Sal 79,10). Entresacado del salmo este verso vino a ayudarme en mi oración. Con el recuerdo vivo de Santa Teresa, el terreno que Dios prepara es mi propia vida, entendida como auténtica vida humana. Me vi totalmente en sus manos. Sólo en ese terreno preparado puede enraizarse una verdadera vida cristiana, plenitud de toda vida humana. La vid verdadera en la que encontrar la vida: Cristo, me ofrece, como sarmiento, auténticas raíces que harán posible unos buenos frutos. El verso del salmo me fue iluminando el camino de mi vida de fe. Es Dios el verdadero labrador que no sólo me dio la vida, sino que la prepara y dispone para que pueda dar fruto porque en esa tierra puede echar raíces. Me pude apropiar de esa historia de salvación repitiendo una y otra vez el verso del salmo.
F.Brändle