Canal de Gracia

A la comunidad
Os doy las gracias, de todo corazón, por darme la oportunidad de haber conocido vuestra entrega, vuestro modo de vida, vuestra casa.
Por haber sido canal de gracia para mi. Estos días han sido para mi, esposa y madre de 5 hijos, maestra y psicopedagoga lugar de descanso, de re-centrarme en Cristo, lugar de gustosísima oración. Aquí he aprendido y entendido muchas cosas que me hacen volver restaurada y fortalecida en todos los aspectos. sobre todo en el espiritual.
Siempre rezamos por la iglesia universal, pero ahora que os he conocido, os tendré siempre en mis oraciones.Os ruego recéis por mi y mi familia.
Un abrazo a cada uno y todo mi agradecimiento.
Rosa
Batuecas, hogar privilegiado de silencio y amor

Fraternidad, encuentro, acogida, búsqueda de Dios – todo esto, sí, ha significado la experiencia vivida en el desierto de las Batuecas.
Nada más llegar allí todos los sentidos son convocados para adentrarte en una experiencia contemplativa única muy especial. En seguida se ve uno enteramente envuelto por el suave rumor del río que corre ininterrumpidamente impregnándote de sosiego, paz a lo largo del transcurso de los días y trasladándote a un espacio y tiempo nuevo; La mirada se ensancha asombrada a derecha e izquierda, a lo alto ante la belleza de una naturaleza que sobrecoge y dilata el alma.
Esos paseos hasta alcanzar la soledad de las cumbres donde parece que la tierra toca el cielo, se siente la cercanía de lo eterno, y esas vistas que parecen querer arrastrarte a dar a la caza alcance en ese alto vuelo. El olor de la brisa que trae los aromas del tomillo, la jara, y la melodía juguetona y dulce del mirlo.
Todo en la percepción de tu propia pequeñez, se convierte en palabra viva, reveladora de un AMOR, el de DIOS, que goza y gusta de ser así para dársete del todo a ti, como dice San Juan de la Cruz. Entones descubres que un canto de acción de gracias, de alabanza se te escapa de lo profundo hacia el dispensador de tantos bienes.
Del Dios que sale a tu encuentro en esa soledad sonora de la ermita, de los paseos, al Dios que con igual fuerza te envía y te sale al encuentro en el huésped hermano que llega al monasterio para ser palabra, acogida y transparencia suya.
Se vive una experiencia tan cálida y profunda de encuentro, comunión, amistad fraguada en ese silencio que se prolonga y se celebra en la liturgia compartida, en tantos detalles fraternos que se entrecruzan en el acontecer diario; en esa fraternidad que se vive y se respira, en la sencillez de la vida y en la gratuidad de los gestos. Todo se hace camino compartido, todos los de casa y los que llegan, todos nos hacemos familia de peregrinos en una única búsqueda del rostro de Dios.
Sentirse así una sola familia en la oración silenciosa ante el Sagrario con la presencia de Cristo VIVO en medio de nosotros y como centro del lugar que nos convoca, nos une, nos alimenta en la Eucaristía para el camino.

¡Qué gozo descubrir en tanta vida compartida, en cada historia que el hombre de hoy sigue siendo buscador incansable de Dios, del sentido hondo de la vida! Que hay una necesidad urgente de estos espacios, que como Batuecas faciliten este encuentro y procuren al hombre moderno la sanación de tantas grietas dolorosas, interrogantes, desgastes, la reconciliación consigo mismo, etc.
Aquí en Batuecas he descubierto un lugar privilegiado, muy bendecido donde la espiritualidad carmelitana vivida en familia se ofrece para indicar las rutas que siguieron nuestros místicos en su camino hacia Dios y la soledad y silencio como medios imprescindibles para recorrer estos caminos de interioridad.
Ojalá que sean muchos los que con corazón abierto, disponible se acerquen para vivir esta experiencia sorprendente, renovadora y transformadora. ¡Feliz camino!
Cruz María de Jesús OCD

El Canto de la Lluvia en la Ermita
Las Gotas de Lluvia llaman a mi ventana
oran como lágrimas angelicales sobre el cristal
miro su llanto y es alabanza del Amor de Dios
que me visita el alma
trasluce un profundo sentir
que abrazo con ave y un suspiro de Gracias a Dios
Señor, es tan cara, carísima el agua de la lluvia de hoy
que ángeles la han servido en gotas en la copa de mi corazón
y sabe a deleite y ambrosía enamorada de Dios
Llamada de la Lluvia al Recogimiento
Me recojo en oración sobre la madrera crujiente
mis pasos huelen las miles de horas
que santas almas tomaron del Silencio de Dios,
en el callado desierto
y una lágrima de pequeñez se humilla a su pies orantes y humildes.
¿Solo hicieron Camino en la Oración?
En la oración es Camino eterno.
Oración que lo comunica a Todo
y que llama al corazón de la ermita
y también contigo, del Padre, del Hijo, y al hermano,
su silencio sumergido en este desierto se hace palabra y canción florecida
regada por la lluvia de hoy.
¡Y lloro como lluvia y como nube
como agua y cielo
enamorado de Dios!
En la ermita la oración hace la celda del panal de Dios
en el que soy una abeja diminuta:
“Cera y Mi-EL”.
“Oración y Amor” al más puro recogimiento en la pequeñez.
El eremitorio replica a completas el hoy y nuestro amado
pan de cada día
nos sube al cielo de su oración consagrada
ante el Padre Nuestro, que nos hace hermanos de todo, a cada instante.
Toma Señor del hoy -que tu eres- tan apreciado,
en el intemporal momento de la contemplación,
el oro eterno de este canto de llanto orante,
desde mi alma arrodillada amándote, mi Dios, mi cielo,
mi piel descalzada.
Al mirar, Tus pies descalzos en la Cruz.
Camino sobre el silencio en la tierra del sendero del convento de San José de Batuecas
hacia la Puerta de Él.
Susurra el silencio, su Gran Silencio de Dios,
los ríos de las almas van a los altares y sagrarios de toda la tierra,
única, y unidad trina unida en Su amor.
Y se hace tan honda la oración de los coros de angelicales voces
subiendo de la noche orante al cielo
que me estremece el manto de santidad que cubría
el día del hoy en las legiones de cantos e himnos
proclamados en las alas azuladas y doradas de sagrado amor silencioso a Dios.
Llegándose la noche, el alma temerosa de Dios, se sabe en la sombra del día,
suavemente ora y clama una tan dulce despedida
rogada como la última palabra de ese día o de la vida que resta,
para pedir volar por encima del sueño y la muerte,
hasta alcanzar otro nuevo día: Si Dios quiere.
Tras ese temor reverencial del cuerpo,
se descorre el velo de la intimidad del alma sola con Dios,
Y viene entonces la bienaventurada paz del silencio en la oración en la celda interior:
Las exequias del Señor y Pastor se aprecia como manto Paternal para arroparnos en el Descanso.
Amadeo de la Cruz Pastor
PD: Estas líneas están inspiradas en el amor de un Alma pura del Convento de Batuecas, que recogido en el hábito de humildad no quiere que se diga su nombre. A él está dedicado y cantado en el alma, por la profundidad de su amor.
Ha sido su amor al contemplar y susurrar “La lluvia en las ermitas es tan bella”, la que al ser un sentimiento de amor profundo, condensado sin palabras, me ha llegado al corazón para hincharse como versos, lo que él ama calladamente en el Silencio de la Soledad orante.
Lo que unos siembran en el silencio o titulan en dos simples palabras otros lo reciben como fuente de inspiración de mil Gracias.
UN PRECIOSO LUGAR
«Ante la certeza referida sobre la fugacidad de la vida, existen pocos lugares donde la sensación de detenimiento y reflexión se hacen presentes desde el mismo momento de avistamiento. En el Convento de San José de las Batuecas, los frailes Carmelitas Descalzos no solo se encargan del cuidado de este precioso lugar, además llevan a cabo una labor de acogimiento para todas aquellas personas que buscan silencio, meditación u oración en un entorno con todos los requisitos para interiorizar una experiencia maravillosa».
Miguel García
MI DESCENSO AL VALLE
(por Diana Sofía Giraldo)

Soy periodista colombiana. En mi largo trasegar, sólo le encontré sentido a mi oficio al salir al encuentro de la dignidad arrebatada a las víctimas, las más débiles en la cadena de la violencia armada, que por décadas, ha desangrado a mi país.
Desde hace dos años, desafiada por la voz profética del Papa Francisco que nos interpela a todos, todo el tiempo, permití que el gesto de acoger también a los exvictimarios, precediera a la palabra, al sentimiento de rechazo que me provocaban y silenciara a la razón. Fue así como empezamos a organizar, en la Fundación Víctimas Visibles, retiros sicoespirituales de reconciliación, HOSPITALES DE CAMPO, donde hoy se encuentran algunas víctimas y exvictimarios, de todos los grupos armados. Es JESÚS quien nos dirige. Sólo queremos hacernos dóciles a Su voluntad. Allí sucede lo inexplicable e inenarrable. Se percibe el abismo insondable de Su Misericordia.
Si mis ojos habían visto maravillas, si había presenciado el «renacer» espiritual de seres humanos que retornaban con brillo en los ojos, desde los mismos abismos infernales de la muerte, ¿por qué, a pesar de tanta gracia yo me encontraba sumida en una profunda oscuridad?
La respuesta me esperaba en el descenso al Valle de Batuecas. Me la dió el prior Francisco Brandle, en confesión: «Tu oscuridad se da por pretender dar respuestas con la razón a las preguntas de tu mente y querer darle explicación al misterio»
Asombrada, lo acabé de comprender en la hermosa homilía pronunciada por el Papa Francisco este 24 de Junio: » Dios no depende de nuestra lógica y nuestras limitadas capacidades humanas. Debemos aprender a confiar y a guardar silencio frente al misterio de Dios y a contemplar con humildad y silencio su obra, que se revela en la historia y que a menudo excede nuestra imaginación».
Ahí están las claves para adentrarse en San José de Batuecas: Silencio, Confianza, Contemplación y humildad.
Repetí muchas veces a quien me preguntaba el por qué viajaba hasta Batuecas, al otro lado del atlántico, en busca de un convento contemplativo, que desconocía por completo:»Tengo una cita con Él, para silenciarme y afinar los sentidos del alma» respondía. Me debatí muchas veces sobre si debía escuchar o acallar esa voz interior que me llamaba insistentemente desde el Valle. Mi formación periodística, me llevaba a preguntar: ¿Volar 10 horas? ¿Para qué? ¿Con quién, ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Por qué? Pero, Él siempre se ha apiadado de mi dependencia infantil a los sentidos y yo me he valido de mi condición de hija muy amada, para pedirle huellitas, signos, pedacitos de pan que me señalen el camino de retorno a casa. La presencia del padre Francisco en el convento, era para mi una huella inequívoca, en el devenir de mi propia historia, y el día que había desistido de viajar a España, me llegaron unas hermosas fotografías de la ermita del Santísimo Sacramento, que me envió el padre Miguel Márquez.
Decidí entonces emprender el viaje….
Mientras descendía al valle por esa carretera serpenteante, iba cayendo la tarde. Parecía que los rayos del sol no alcanzaban a llegar hasta el fondo, precisamente, donde se alzan los muros de este convento del siglo XVII. ¿Descendía también hacia la oscuridad exterior?
La respuesta me esperaba en el libro «ESTE MONTE», que reposaba sobre la mesa de noche. Una introducción a la oración carmelitana, escrito por Mary McCormack, ocd. En sus letras hallé una profunda verdad: «Si Dios nos habita, ¿por qué no lo encontramos? Porque Él nos habita en las moradas más profundas de nuestro ser y sino lo encontramos es simplemente porque nosotros no estamos ahí». Quedé asombrada por lo diáfano de esta verdad.
Y si en las moradas más profundas hay oscuridad ¡¡¡Dios!!! Eso lo explica todo, me dije, y tomé la decisión de descender a mi propia oscuridad interior, para buscarlo a Él.
Pero, y ¿qué hago con mi miedo? ¿De dónde saco la confianza para mirarme en mi miseria? La respuesta me esperaba en el ascenso a la montaña al día siguiente. Un encuentro bendecido con un grupo de profesores de la Universidad de Salamanca, me llevó a escalar hacia la luz, en mi descenso interior. Después de subir con alegría hasta alcanzar, emocionados, los restos de las ermitas enclavadas en la roca, queríamos tomarnos una foto en la parte de más difícil acceso, de la gran piedra. Miguel, uno de los profesores, nos dió la mano uno a uno, y nos pidió abrazar la gigantesca piedra sin mirar hacia el abismo. Cuando logramos pasar todos, hubo una explosión de dicha. Cantamos, oramos, extendimos los brazos para abrazar el infinito…descubrimos que, acompañados, se abría ante nosotros una «Ventana a la plenitud».
Insistí en expresar en voz alta las preguntas de mi mente, sobre lo que sucede en los retiros: ¿Por qué el dolor del otro me redime? «Porque la confianza se contagia. Si yo veo al otro descender y mostrarse tal como es, aun en las zonas más vulnerables y dolorosas de su ser, sin temer a la fragilidad de su miseria y desnudez, es una invitación a mostrarme tal cual soy yo». Cuando escucho el sufrimiento del otro, escucho a JESÚS. Su dolor viene a mi, rompe las zonas que creía necrosadas de mi corazón endurecido. Vuelve a sangrar. ¡Está vivo!. Es de carne. El dolor se transforma en compasión. El corazón de piedra necesita ser abrazado por el otro, para retornar a la vida. Sólo el Amor redime. Vivir esta verdad es estremecerse con y en las mismas entrañas de Jesús!!!
Hace pocos días abracé temblorosa y asustada a un asesino confeso, suplicándole a ¡Jesús! que me dejara ser sus brazos y recordé el abrazo confiado a la roca. Me negué a mirar hacia el abismo de su oscuridad y al pasar al otro lado, nos esperaba Él, iluminándolo todo con la alegría de Su presencia.
En los improvisados hospitales de guerra, se brinda primeros auxilios a los pacientes, en las tiendas. Son el lugar de reposo para el herido. Allí se entrega para ser curado. Asi quiere el Papa que sea el sacramento de la confesión, un lugar donde se detengan las hemorragias del alma, con el plasma de la Misericordia. Un lugar de descanso, donde nos abandonemos confiados en Sus brazos y retomemos fuerzas para el camino.
El evangelio de los días de mi estadía en Batuecas, hablaba de la tiendas, mi amiga osalía bailaba y entonaba una canción sobre las tiendas, Y como si faltaran más signos de Su amorosa hospitalidad, hubo unos ejercicios del Ejército español, que sorpresivamente instaló sus tiendas para pasar la noche, protegidos, en San José de Batuecas.
Decidí entonces entrar a mi propia tienda en la confesión, dispuesta a entregarlo todo. Pero, de repente, mi mente quedó en blanco. Como «receteada». Al ingresar, Él me dijo, en la voz del sacerdote, que ya lo sabía todo y que ya me había perdonado, aún antes de entrar. Que no necesitaba decirle nada. Que en el sacramento de la confesión, Dios padre nos espera para entregarnos su infinito Amor y nos invita a tener misericordia de nosotros mismos. Me rendí a sus pies….
Ya no alcé los ojos al firmamento para desplegar mis alas hacia la luz, sino que me acosté bocabajo sobre el pasto y descubrí la proliferación de flores y bosques en miniatura que brotaban desde la oscuridad que guarda las raíces en la tierra. Todo volvía a empezar, cada hoja de un árbol seco, era el humus que alimenta cada nuevo amanecer de Dios en la tierra.
Sólo me atrevía a cantar con Juan de la cruz, frente a la inmensidad de lo más pequeño:
Oh bosques y espesuras
plantadas por la mano del Amado!,
¡oh prado de verduras
de flores esmaltado!,
decid si por vosotros ha pasado.
Hoy, cierro lo ojos, para escuchar el susurro de sus ríos y dejarme arrullar por el trino de sus pájaros, en una sinfonía que sólo puede describir la hermosa oración con la que se inicia el día en Batuecas:
V/ Cuando un silencio sereno lo envolvía todo,
R/ Tu palabra se lanzó desde los cielos. (Sb 18,14- 15)
R/ El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. (Salmo 19)
Con esta oración abro los ojos del alma, desde el otro lado del Atlántico, para despertarme con la «música callada» , de este Edén perdido. Regresé a casa, con la raíz podada, lista para ser transplantada y renacer en mi hogar. Entre los míos. Entre mis Gabrieles.
QUÉ BIEN SÉ YO LA FONE QUE MANA Y CORRE
«El corriente que nace de esta fuente
bien sé que es tan capaz y omnipotente,
aunque es de noche»
Mi muy querida comunidad de San José de Batuecas,
Un saludo agradecido antes de irme de este trocito de Cielo que es Batuecas.
Aquí, en este valle, todo es hermoso….
Aquella eterna Fonte está escondida, que bien sé yo do tiene su manida, aunque es de noche.
Toda la creación, celebra majestuosamente a su Creador. ¡Cuánto tenemos que aprender de la naturaleza!
Su origen no lo sé, pues no le tiene, más sé que todo origen de ella tiene, aunque es de noche.
La primavera ha sido bendecida con abundante lluvia y estos últimos días la Vida se asoma desbordando en la vida en todas sus criaturas.
Sé que no puede ser cosa tan bella, y que cielos y tierra beben de ella, aunque es de noche.
¡Qué rápido han pasado estos tres meses! Y al mismo tiempo, ¡cuántas experiencias vividas!
Bien sé que suelo en ella no se halla, y que ninguno puede vadealla, aunque es de noche.
Las dos salidas hasta la Cruz en grupo nos han dado la oportunidad de intercambiar los unos con los otros de manera muy informal, pero casi siempre rozando lo Esencial. Y ¿qué decir de nuestra salida a la Peña de Francia y otros pueblos? La Virgen morena de La Peña nos sonrió y a nuestra demanda nos prometió llevarnos siempre a su Hijo. ¡Qué día tan hermoso que pasamos!
Su claridad nunca es oscurecida, y sé que toda luz de ella es venida, aunque es de noche.
Quiero recordar también los ‘trabajos comunitarios’. Unos diarios: encargarnos de fregar la vajilla y limpiar el comedor; otros de los sábados: limpiar el pasillo de nuestro piso; cuando el hno Pablo no está, encargarnos de poner lavadoras…. También estos trabajos nos unen y nos hacen ser más comunidad. Como el silencio no siempre es respetado, muchos y muy valiosos encuentros se han pasado en la cocina haciendo la vajilla, secando platos o poniendo los cubiertos. De todo se sirve el Señor para hacernos más suyos y para, de forma muy informal, darnos la oportunidad de ser sus testigos.
Sé ser tan caudalosos sus corrientes, que infiernos, cielos riegan y las gentes, aunque es de noche.
Las campanas cantan el ángelus invitándonos a orar en comunidad. En silencio, el Silencio nos convoca…
Aquí se está llamando a las criaturas, y de esta agua se hartan, aunque a oscuras porque es de noche.
Celebrar juntos cada día la eucaristía ha sido un regalo para vida espiritual:
Aquesta eterna Fonte está escondida en este vivo pan por darnos vida, aunque es de noche.
Aquesta viva fuente que deseo, en este pan de vida yo la veo, aunque es de noche.
Estudio de la lengua Bambara, largos paseos sola por el valle, visitas a las distintas ermitas, miércoles pasados en la ermita, tiempos largos de lectura y oración personal, de silencio y soledad, encuentros personales de los sábados…. un cotidiano vivido en clave de extraordinario. Y algo nuevo para mí: ¡no tener prisa! ¡No recuerdo cuando he vivido una relación tan reconciliada con el tiempo!
Cuando el Señor nos hace experimentar la sequedad y el vacío, ‘es de noche’, y una noche que a veces he vivido como muy espesa y larga. Entonces, cuando asoma el alba, nos sobrecoge y nos aparece enormemente luminosa…. Estos cinco días de retiro han sido un gustar al Señor asomarse, sin hacer ruido, a mi alma… y de nuevo enamorarla y disponerla para ser enviada…. ¡al calorcito del Burkina Faso!
¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno,
donde secretamente solo moras
y en tu aspirar sabroso,
de bien y gloria lleno,
cuán delicadamente me enamoras!
Esta ha sido mi experiencia de gracia en este tiempo tan deseado en Batuecas. ¡Todo es gracia!
Gracias a todos y a cada uno por lo que habéis significado en mi vida estos tres meses. Os pido perdón a cada uno si os he ofendido o molestado con mis palabras o gestos. Que el Señor que sigue tomado amorosamente todas nuestras miserias las transforme con su Amor y nos dé la gracia de vivir con Él, el perdón y la compasión.
Con mi corazón agradecido y con las palabras de San Pablo que tanto me hablan me despido:
‘En Dios vivimos, nos movemos y existimos’
¡Que sean éstas una realidad en lo más cotidiano de nuestras vidas! ¡Allí donde el Señor nos envía: feliz y fecunda misión! Seguimos unidos en el Señor, nuestro TODO, vuestra hermana, Julia
Batuecas, 29 de abril del 2018
Un regalito…. en inglés, ¡pero fácil!
LET YOUR GOD LOVE YOU
Be silent, be still, alone, empty.
Before your God say nothing, ask nothing, be silent, be still.
Let your God look upon you. That is all.
He knows. He understands. He loves you with an enormous love.
He only wants to look upon you with love.
Quiet, still be. Let your God love you.
Maria África de la Cruz
A MÍ ME DA MUCHA PAZ
«El Monasterio de las Batuecas es un sitio muy acogedor, con una naturaleza absolutamente privilegiada, una atmósfera de recogimiento que invita a la introspección, a la meditación y a la oración, con una Comunidad que vive la espiritualidad y que ofrece a los huéspedes la posibilidad de compartir con ellos las comidas y los oficios de laudes y vísperas con sus momentos de oración en silencio. A mí me da mucha paz ir al Monasterio de las Batuecas y creo que se la puede ofrecer a cualquiera que busque paz e introspección.»
OASIS EN EL DESIERTO DE LAS BATUECAS
Seguramente si al lector de este artículo le preguntáramos que le sugiere la palabra “OASIS” nos diría: lugar de descanso, remanso de paz, vida en medio del desierto, frescura, alivio, encuentro….
Pues todo esto y mucho más son las experiencias OASIS, que desde el año pasado se vienen llevando a cabo desde la Delegación de Pastoral Juvenil.
Decía Benedicto XVI en la encíclica Deus Caritas Est: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”.
Desde este deseo surgen las experiencias OASIS, desde la necesidad de crear espacios que posibiliten las condiciones necesarias, para que el joven de hoy pueda encontrarse con el Señor y sea en un acontecimiento que cambie su vida.
Desde el equipo encargado de esta experiencia, creemos de verdad que allí dónde esté y cómo esté la persona puede darse el encuentro con el Señor, es decir, vivir una experiencia profunda de Dios, siempre que se pongan los medios necesarios para ello. Y un medio que tenemos claro es la importancia de la personalización de todo proceso en la fe, a través de la cercanía y el acompañamiento, porque creemos que una fe que no se personaliza, que no arraiga en el corazón, difícilmente podrá bañar y configurar una vida cristiana. Por eso en el proceso de acompañamiento personal, que se está teniendo con estos chicos, hemos ido descubriendo como en su vida hay una inquietud por conocer más Jesús, por aprender a relacionarse con Él, por encontrarse con Él. Esto impulsó lazarnos a posibilitar el OASIS en medio de la vida cotidiana como parada en el camino para crecer como discípulos y como apóstoles, seguidores de Jesús.
Así hemos intentando dar contenido a esta experiencia, construyendo un itinerario pedagógico que les ayudara a ir introduciéndose poco a poco en esta aventura del encuentro con Jesús, para conocerlo más y que realmente pudiera impactar en sus vidas y convertirse en un acontecimiento significativo, que les marcara y les ayudara a ser esos “callejeros de la fe” como bien dice el Papa Francisco.
El curso pasado comenzamos descubriendo la historia de amor de Dios con cada uno de nosotros y este curso nos hemos atrevido a adentrarnos en la experiencia de sentirte pecador (pecado estructural y personal), pero pecador salvado y llamado. Todo esto con momentos de silencio, de oración personal y comunitaria, dinámicas adaptadas a los jóvenes de hoy, momentos celebrativos (celebración del sacramento de la reconciliación), fiesta….en un lugar privilegiado y destinado a la contemplación y el recogimiento como es Monasterio de San José de Batuecas, compartiendo la vida con la comunidad de carmelitas que ha despertado interés y curiosidad en estos jóvenes y que tuvimos la oportunidad de tener un encuentro con ellos intercambiando vivencias y preguntas de fondo.
Todos íbamos con resistencias porque nos cuesta alejarnos del ruido de la vida, pero el Señor pronto comenzó a sorprendernos. Poco a poco se fueron quitando impedimentos y miedos y nos fue ganando el corazón. Empezaron a nacer la preguntas, los deseos, los pequeños cambios y cuestionamientos,…reconocernos débiles y frágiles, acogidos por el Padre que nos ama infinitamente y sentir como nos capacita para acoger su llamada y hacerle presente en los ámbitos en los que nos movemos ha sido lo que nos ha marcado y hemos vivido en esos días.
Algo que nos parece importante destacar desde los que formamos el equipo que prepara esta experiencia OASIS, es cómo Dios a través de la Diócesis nos ha unido en esta tarea haciendo de la diversidad de carismas, sensibilidades y formas de vida una riqueza. Desde las aportaciones de cada uno y teniendo como única preocupación cómo ayudar al joven de hoy a encontrarse con el Señor, nace una experiencia que es un verdadero regalo para la iglesia y especialmente para los jóvenes. Nos hemos sentido frágiles instrumentos del Señor, que quieren vivir esa actitud de estar en salida hacia una realidad tan apasionante y retadora como son los jóvenes.
Hacemos una apuesta por esta iniciativa teniendo como referencia a las palabras de Karl Rahner: “El cristiano del siglo XXI es místico o no será cristiano”.
Gema Romero Luna
Equipo Oasis y acompañamientos – PJ
Él fue el primero en quererme tal y como soy
El grupo Jerut, grupo de monitores del campamento diocesano de Salamanca, nos aventuramos en un viaje único en el fin de semana del 2 al 4 de Marzo.
La experiencia denominada Oasis es una propuesta de retiro creada por la Pastoral Juvenil de Salamanca orientada al encuentro con Jesús. En esos días realizamos diversas actividades para enseñarnos a rezar, a comunicarnos con Dios y aprender cuál nos puede ayudar a nosotros en el día a día. Todo esto en un ambiente muy especial: las Batuecas.
Las Batuecas es un monasterio dedicado a San José perteneciente a la congregación religiosa de los Carmelitas Descalzos situado en plena Sierra de Francia. Este monasterio es lugar lleno de naturaleza, silencio y ¡sin cobertura!; algo que nos ha traído a muchos de cabeza. En él estaban conviviendo en este momento 5 monjes que llevaban una vida de contemplación, en casi absoluto silencio pero que, como ellos mismos nos contaron, con una vida feliz. Sin duda un lugar idóneo para cualquier persona que quiera salir un poco de su rutina y encontrar algo de paz.
Me pidieron que contara mi testimonio en relación también a la presencia de Jesús en el Oasis y en mi vida diaria. Para mí Dios es mi más fiel acompañante, es ese amigo cuyo hombro está ahí siempre y ese buen psicólogo que te escucha y te ayuda a tomar la mejor decisión para tu vida. Como todos los que creemos en algo, ya sea en Dios o en otra ideología, nos aparecen momentos de dudas y de bajones espirituales. En mi caso, Jesús está tan presente en mí día a día y en las personas que me rodean que, aunque siempre me acompañaran esos momentos de flaqueza, sé que no podría dejar de creer en Él. Él fue el primero en quererme tal y como soy y de apoyarme ante todo. ¿De verdad podrías tú olvidar a alguien que te quiere así? Ni aun intentándolo.
De todo esto me di cuenta en el Oasis. Además encontré diferentes maneras de dirigirme a Dios y de abrirme para escucharle yo a Él. Aprendimos a adaptar nuestros momentos de oración a la rutina y a descubrir, o al menos una parte, de qué es lo que Dios quiere para nosotros.
Como dije al principio, fuimos el grupo Jerut los que nos decidimos a vivir esta aventura. Un grupo de 20 jóvenes de entre 17 y 22 años unidos por la fe y la alegría de mostrar a Dios a los más pequeños. No solo somos un grupo de monitores, somos un grupo de referencia en la fe. Compartimos experiencias de vida más allá del campamento: convivencias, reuniones, vigilias… Pero, más allá de nuestra unión en la religión, sin duda son unos amigos a los que podría considerar familia.
Si a todo esto: lugar, predisposición para conocer a Dios y unos compañeros de viaje inmejorables, le sumamos el esfuerzo y la compañía de algunos de los dirigentes de la Pastoral Juvenil, en este caso especialmente a Gema, Laura, Poli y Raúl; el resultado es un fin de semana inolvidable. No podía olvidar, para concluir, daros las gracias a todos los que me habéis acompañado en esta experiencia, también a los que solo han podido asistir durante algunos momentos de este fin de semana. No habría sido igual sin alguno de vosotros.
Cristina Ramos Curto
Grupo Jerut – Pastoral Juvenil
Vacaciones junto a Jesús, amigo y compañero de viaje.
La experiencia del Oasis ha significado mucho para mí. Han sido unas vacaciones junto a Jesús, amigo y compañero de viaje. Unos días de tranquilidad, de relax, de poder salir de la rutina diaria y poder tratar diferentes temas que me han hecho darme cuenta de las cosas importantes de la vida.
En estos días en Las Batuecas, acompañado siempre de Jesús, he podido afianzar mi relación con él. Le he preguntado: Señor, ¿Qué quieres de mí? A todos nos llama, a cada uno por su nombre, solo tenemos que escucharle. Él ha dado tantas cosas por nosotros que tengo claro que quiero seguirle y poder compartir con otros todo lo que me transmite. Ahora mismo es mi principal apoyo y lo tengo mucho más presente en mi vida.
Pero nada de esto habría sido posible sin los organizadores del Oasis y sin mi grupo. Jerut empezó siendo el grupo de monitores del campamento diocesano y ahora es mucho más que eso, es mi grupo de referencia en la fe. Con ellos puedo ser yo mismo y tratar temas que con otras personas me es imposible hablar. Me siento afortunado de poder ser parte de este grupo el cual me ayuda a seguir el camino de Jesús y me hace crecer como persona.
Animo a todos los jóvenes interesados en encontrar un grupo de referencia en la fe, a que no dejen de buscar, porque es un camino alucinante y una experiencia inigualable, y Jesús os está esperando a todos con los brazos abiertos.
Pablo Juanes Velasco (Totty)
Grupo Jerut – Pastoral Juvenil
A solas con Jesús
Mi experiencia de estos días ha sido muy intensa. He descubierto cosas sobre mí y sobre mi vida en las que no me había parado a pensar, creo que he estado con Él en todo momento, y he tenido conversaciones a solas con Jesús hasta el punto de darme cuenta de lo que Dios quiere de mí en este momento de mi vida.
He dejado algo que atormentaba mi conciencia últimamente día a día, que a día de hoy a desaparecido y me ha hecho mejor persona, liberándome así de un gran peso.
Es el segundo Oasis en el que participo, y ha sido para mí mucho más intenso en todos los sentidos. Gracias a lo que he vivido y descubierto, he vuelto a casa muy feliz, tranquilo y en paz, ha merecido mucho la pena la experiencia.
Para mi Jesús es alguien sumamente importante en mi vida, es mi guía, mi apoyo, mi confidente y mi ayuda en las dificultades. Es alguien a quien estoy descubriendo, alguien que cada día está más dentro de mí y me asombra lo que quiere de mí, es alguien que no pensaba hace unos años que era tan YO.
Para mi pertenecer a Jerut es como estar con mi segunda familia, es ese grupo que he buscado tanto tiempo en mi vida. Ahora no podría estar sin todos y cada uno de ellos porque cada uno me aporta algo, ese grupo que no sabía que lo necesitaba tanto hasta que lo encontré, son esos amigos con los que si estas mal puedes llorar, con los que si estas alegre puedes reír, y mis acompañantes de la vida de fe, con los que descubro cosas nuevas, rincones y canciones.
Solo me queda darles las gracias a todos y cada uno por que sin ellos sería una persona diferente, os quiero.
Aarón Mateos Gutiérrez
Grupo Jerut – Pastoral Juvenil
He sentido el abrazo de Dios
A este oasis iba en modo «el joven rico», hueca por dentro pero llena por fuera. Una vez que empecé el curso, me metí tanto en la rutina del día a día que no era capaz de sacar más de cinco minutos para simplemente dar gracias por el día, y menos aún para algo más profundo.
Pensé como todos que me iba a costar más el estar sin cobertura, pero incluso habiendo wifi, no lo necesité. Una vez empezado el día, me olvidaba del móvil, estaba conectada con Jesús y con los demás.
Puede ser que ya estuviera un poco acostumbrada gracias al oasis del pasado año o puede ser que fuera con otra disposición, pero lo he vivido más intensamente. Hemos tenido algunos ratos de silencio en los que he podido conocerme mejor a mí misma, cuáles son mis raíces, mi alimento, mis frutos,… En estos momentos he sentido que mi fe aumenta y se refuerza, he sentido el abrazo de Dios en el sacramento de la reconciliación y he sentido cómo Él confía en mí para que lo lleve conmigo a donde vaya.
Durante estos dos días y medio he podido sentir a Dios más cerca, estaba en todo el grupo de Jerut, en los acompañantes, en los carmelitas del Monasterio de San José de Batuecas,… A estos últimos no les conocíamos de nada, pero pronto nos integramos en su comunidad y creamos un ambiente de familia. No tengo ninguna duda de que esto ha sido gracias a Jesús, que nos conoce mejor que nadie y sabe lo que necesitamos en cada momento, aunque a veces no queramos verlo. Como todos, supongo, tengo alguna duda de fe, pero confiando en Dios, se van resolviendo poco a poco.
Él tiene un plan para cada uno de nosotros y estoy segura de que ha puesto al grupo de Jerut en mi vida para que lo descubra y sepa llevarlo a cabo.
Formo parte de un gran grupo llamado GEN (Generación Nueva) dentro el Movimiento de los Focolares y participio en la parroquia de La Purísima, donde me confirmé en noviembre; sin embargo, Jerut es mi grupo de referencia en la fe. Gracias a ellos me siento acompañada en mis creencias y valores y he conocido personas que realmente merece la pena. Personas con las que puedo compartir todo lo que me pasa como si les conociera de toda la vida. Con ellos he compartido risas, bailes, silencios, lagrimas,…; pero guardo todos esos momentos como muy buenos recuerdos. Cada reunión significa conocerles más en profundidad, casi dos horas en las que se crea un ambiente mágico y lleno de confianza. Pero esto no sólo ocurre en el grupo de monitores, sino también con los niños en el campamento. Ahí se ve perfectamente como la fe no tiene porqué ser algo aburrido, sino que se puede vivir con amigos, cantando, haciendo excursiones, y que esos 15 días que se “pierden” de vacaciones en realidad se ganan en muchos otros aspectos de crecimiento personal que, desde lo que yo siento, llenan mucho más.
María Rosa Hortelano Díaz
Grupo Jerut – Pastoral Juvenil
ANTES Y DESPUÉS DE BATUECAS
Por Alfonso Cabañas
Mi deseo de sentirme apasionadamente vivo me ha llevado a perseguir todo tipo de experiencias “espirituales”. Durante casi dos décadas estuve sumergido en diferentes grupos de practicantes de meditación, sobretodo de las tradiciones induistas y budistas. Estos anhelos espirituales me llevaron a realizar varios viajes por India y Nepal, aprendiendo de diferentes maestros. Recorrí la ruta del Camino de Santiago descodificando su simbología sagrada oculta. Me involucré en multitud de prácticas de autoayuda y de sanación, leyendo libros, asistiendo a talleres, conferencias… Realicé retiros de silencio de fin de semana, de 10 días y hasta de 1 mes. Observé mis pensamientos, mis emociones, mi dolor y mi respiración hasta llegar a conocer las sensaciones de mi cuerpo y el paisaje de mi mente tan bien como el salón de mi casa.
Llegué a experimentar momentos y experiencias muy profundas, sin embargo nunca duraban. Igual que el hambre vuelve tan sólo unas horas después de un banquete o la sed que aparece al poco de haberla saciado, la experiencia de la plenitud quedaba limitada por el tiempo.
Había siempre algo que faltaba. Existía una esperanza de llegar a lograr algo algún día, de añadir algo más.
Nunca imaginé que sería aquí, a 5 horas en coche de mi casa, en un monasterio carmelitano del valle de las Batuecas, donde por fín encontraría la pieza que me faltaba para completar el puzzle.
Segunda parte: Lo visible
Al principio lo que más me llamó la atención fue el entorno: el monasterio se alza como una imponente fortaleza en un frondoso valle, rodeado de montañas y vegetación salvaje…
…sus ermitas milagrosamente conservadas, el sonido relajante del río, las campanas que llaman a la oración…
Lo segundo fue la convivencia silenciosa entre los monjes y el grupo de huéspedes. Sentía como si el silencio fuera disolviendo las barreras entre nosotros, y entonces sucedía una comunicación verbal mucho más cercana y real. Aquí las palabras están llenas de calor humano.
Lo tercero que me llamó la atención es la cantidad de tiempo que tenía para aburrirme. En Batuecas no hago nada, no me están enseñando nada, mi mente puede decirme que aquí estoy aprendiendo a ser más santo o aprendiendo un método para llegar a Dios. Pura tontería. La mente siempre está creando una actividad tras otra. Obtener dinero, fama, seguridad, saber… Cuando has acabado con eso entonces quizás, obtener a Dios. Obtener algo, hacer algo
A veces en Batuecas me siento raro cuando no estoy haciendo nada pero si me dejo llevar me encuentro de improviso con el vacío creativo. Con frecuencia experimento toques de inspiración que llegan de alguna fuente misteriosa. Por eso aquí también disfruto escribiendo o desarrollando nuevas ideas para mis clases. Creo que por eso también es muy común ver a artistas de diferentes disciplinas pasar temporadas en Batuecas para “inspirarse” o lo que es lo mismo “dejar al Espíritu entrar”.
Las dos primeras veces que fuí a Batuecas me sorprendió que no había cobertura telefónica y mucho menos internet, lo cual es fantástico porque desaparece la tentación de distraerse con el móvil. Ahora parece que hay una pequeña zona de unos pocos metros cuadrados dentro del edificio principal donde sí llega la cobertura. Recomiendo al que vaya que sólo lo use en caso de extrema necesidad. Una de las mejores cosas que uno puede hacer cuando entra en un lugar como Batuecas es apagar el móvil y no encenderlo durante días.
Lo siguiente que me fascinó fue descubrir cómo desde el siglo XVI, comunidades de carmelitas desarrollaron en este lugar una espiritualidad muy particular, basada en una vida centrada en Dios, en la sencillez y en la vida contemplativa eremítica. Una tradición que, a mi parecer, rescata la sabiduría mística cristiana más genuina. Y esta tradición aún se mantiene viva en Batuecas.
Son las 7 de la tarde y el sonido de la campana, por segunda vez en el día, vuelve a llamar a la oración. Aunque mi idea es hacer mi propia práctica meditativa un impulso me invita aquella tarde a ir por primera vez a la oración.
En la oración comenzamos recitando en voz alta lo siguiente:
“La llevaré al desierto y le hablaré al corazón”. (Oseas 2,16)
“Una palabra habló el Padre, que fue su Hijo, y ésta habla siempre en eterno silencio, y en silencio a de ser oída del alma”. (San Juan de la Cruz, 21)
A continuación la oración deja de ser oral y se transforma en un hermoso silencio que dura una hora.
Ese silencio ambiental se va transformando en un silencio sereno de la mente que comienza a envolverlo todo. Sin hablar, sin pronunciar, como si fuera un suave susurro, el silencio comienza a hacer todo el trabajo.
“La llevaré al desierto y le hablaré al corazón”. (Oseas 2,16)
Esta frase del Antiguo Testamento que recitamos antes de cada oración, sintetiza lo que para mí significa este santo lugar, que es ante todo un lugar para el encuentro a solas con Dios.
Así lo experimento:
“La llevaré…”: Es Dios quien toma la iniciativa y me lleva.
“… al desierto…”: Lugar árido, despoblado, donde escasea la vegetación y el agua, donde no hay sombra para protegerse del sol, donde abunda el silencio y la soledad…
“…y le hablaré al corazón”: Es en este entorno desértico donde escucho un suave susurro de presencia amorosa que no proviene de la mente si no del corazón.
Igual que en lo visible la creatividad es una cualidad inherente al silencio, en lo invisible también. Por eso cada vez que voy a la oración y me siento en silencio es diferente. Cuando me abro a esa gracia siento que a través de mí Dios está expresando siempre algo novedoso y fresco.
Cuarta parte: El regreso
Durante muchos años busqué a Dios a mi manera, escogí lo que más me convenía de cada religión, traté de hacer un Dios como a mí me convenía. Cuando por fín he dejado a Dios trabajar en mí he comprendido muchas cosas.
Tras 10 días de estancia en Batuecas he de volver al mundo cotidiano, al trabajo, a los problemas del día a día… Cuando regresaba en coche a mi ciudad me preguntaba si quizás mi experiencia en Batuecas habría sido otra más para añadir a la colección.
Al retomar mi cotidianidad observé que lo “invisible” que había experimentado en Batuecas perduraba día tras día. Muchos hábitos en los que había estado acomodado comenzaron a diluirse, mis acciones se desarrollaban desde la novedad y la frescura. La película ya no giraba en torno a mí si no que Dios había pasado a ocupar el primer plano.
Mi percepción de lo que estaba más allá de lo aparente también se iba acrecentando en los quehaceres diarios, hablando con la gente, en mi trabajo, en mis ratos de ocio…
Comencé a percibir un contraste brutal entre lo que había experimentado en Batuecas y lo que me mostraban la tele y los medios de comunicación. La cantidad de violencia que emiten las noticias, el grado de degradación, retorcimiento y perversidad en las series de televisión, en las películas, en las letras de las canciones, hasta en los dibujos infantiles.
Empecé a darme cuenta de toda la manipulación que ahí existía. Un engaño generado básicamente por el poder que nos gobierna para robotizarnos y anular nuestra conciencia crítica de la realidad, un tipo de esclavitud moderna.
Lo que comparto ahora quizás no es fácil de comprender al principio, pero si uno se toma la molestia de ver la televisión con conciencia crítica, o de hacer un poco de investigación por su cuenta, es tan evidente que resulta sencillo.
Somos presa de un programa de control mental masivo. A través de los medios de comunicación, el telediarreo, la publicidad, la música y el cine de Hollywood, nuestras mentes son moldeadas en un nivel inconsciente para mantenernos en estado de miedo constante, hacernos obedientes y productivos, trabajando cada vez más horas y ganando menos, transformándonos en consumidores dóciles, donde nos cosifican para necesitar cosas que no necesitamos, persuadiéndonos para que nos adhiramos a un dogma o a una ideología, incitándonos a abrazar determinadas doctrinas políticas, a justificar la guerra, a seguir los dictados de la moda…
Controlan nuestras mentes generándonos estrés, preocupación, división y enfrentamiento. Estimulan nuestro deseo animal más bajo, nuestro temor irracional, enganchándonos a cosas materiales, al sexo desordenado y al entretenimiento vacío. Se ha creado una industria del entretenimiento que lo que hace es precisamente eso, tenernos distraídos, anestesiados y no darnos tiempo para percibir la verdad.
El diseño es tan inteligente que la mentira la disfrazan de verdad y la maldad la disfrazan de inocencia.
Como decía mi abuela, para muestra un botón. Hoy 18 de Febrero de 2018, cuando estoy escribiendo este relato, una de las canciones más escuchadas por los jóvenes de este país es una canción de Amaia, ganadora de la última edición de Operanción Triunfo.
¿El título de la canción?… “MIEDO”. El cual se repite en el estribillo hasta la saciedad y otras palabras como bajar a los infiernos, oscuridad, etc. Sólo escuché una vez la canción y ese día tuve las palabras miedo e infierno martilleándome dentro de la cabeza durante muchas horas. Durante ése tiempo experimenté un estado de pesimismo inusual en mí.
Una persona que vive estresada, ansiosa o con miedo se mueve únicamente en el plano emocional, la razón deja de funcionar porque está en el estado de supervivencia. ¿En qué afecta esto?: a la capacidad de concentración, al juicio racional, a la toma de decisiones, a la interacción social… y si ese estado se mantiene durante suficiente tiempo el ser humano queda despojado de su personalidad, se convierte en una marioneta donde cualquiera con malas intenciones le puede manejar a su antojo.
Durante muchos años, en España se dijo “estar en las Batuecas” como “estar en Babia” a ese estado casi como de somnolencia y embobamiento. Paradojicamente ha sido aquí, en este valle tan aislado de todo y de todos, donde he despertado del sueño y el embobamiento.
Pero no sólo “los de arriba” nos manipulan, si no que nosotros “los de abajo”, también participamos de este juego perverso ejerciendo poder sobre los demás. Con frecuencia me pregunto cuánto permito que me manipulen o ejerzan poder sobre mí y cuánto trato de manipular o ejercer poder sobre alguien.
A pesar de toda esta locura veo mucha gente a mi alrededor que está “despertando”, pero veo a otros muchos que están totalmente perdidos y que no saben por dónde tirar. No sólo se trata de tener fe y de buenas palabras, hay que pasar a la acción, hacer el GRAN TRABAJO con mayúsculas.
Con frecuencia me pregunto en qué estoy invirtiendo mi tiempo. Por eso a menudo necesito salirme de la zona de confort y pasar algunos días en el monasterio de las Batuecas. Y no por moda o para añadir una experiencia más a la colección como se hace hoy en día en muchos cursos, si no para recobrar la pureza y estar a solas con Dios.
Cuando estás lleno de Dios todas las mentiras y manipulaciones se te van revelando, pierden su poder y lo único que permanece es la verdad.
“Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Juan 8:32)
Gracias a la comunidad Carmelitana por hacer posible que lugares santos como San José de las Batuecas sigan existiendo.
Alfonso Omkar
Gracias de corazón a Dios y a los P. Carmelitas por este desierto carmelitano, lugar sagrado de SILENCIO donde podes sacar nuestra SED de Dios y conectar con nuestro SER profundo, para ser lo que somos: puro amor.
¡Gracias!
10 – diciembre – 2017
En la celda número 8 del Santo Monasterio de San Jóse de las Batuecas, Salamanca. 10:06.
Toca poner en orden lo acontecido durante este retiro espiritual.
Las torpezas que vaya a reproducir de ahora en adelante poco o nada tienen que ver con las vivencias que durante estos últimos cinco días, Dios ha tenido a bien regalarme en el Santo Monasterio de San José de las Batuecas. Ni el rumor del río y riachuelos, ni el paisaje de verdes, ocres y tonos rojizos que se resisten a abandonar el otoño en el valle; microclima caldeado por la nobleza de los frailes que aquí recogen a los huéspedes que vienen reventados de la vida. Desde la cama de cualquier celda se ven los escarpes y arboleda, compuesto principalmente de pinos, hayas y castaños de convento. Lo suficientemente frondoso como para emular lo mejor del norte. Lo suficientemente espaciado como para colarse por una y mil vías y terminar saliéndote con la tuya, muy al estilo sureño. De vez en cuando, algún ciprés en el horizonte, que sirve para alertar a la vista ociosa que ahí hay un ermita, en ruinas o no, dispuesta a retornar al distraído a la temática del lugar: el silencio y la relación con Dios.
Del arte rupestre que me encontré en el Canchal de Zarzalón, donde junto a los primeros hombres, dejo a Jimena un regalo infinito.
Tampoco el relato estaría completo sin las meditaciones y carcajadas – que sí, que todo es posible en un retiro carmelitano – con el Padre Everton. Qué decir de la barba de Don Aúreo, el mejor espejo de la mejor mirada de Robin Williams. La espalda quebrada de DonMiguel, curtida a base de sus cincuenta años de aventuras misioneras por el Congo. El silencio extremeño del aprendiz de monje carmelita, Fray Pablo. La seriedad hecha sonrisa de Francisco, el prior de este magnífico lugar. Su trotar por el convento arreglando esto y atendiendo aquello habla de la divinidad que se cuela entre pucheros, donde a pesar de estar en un rinconcito minúsculo del cielo, las calderas tienen el capricho de romperse.
Queda para un recuerdo que será revivido una y mil veces el caminar por la entrada quedándose con las sentencias en pizarra de los místicos del Carmelo. La ermita del Sacramento, donde el frío me devolvió a un estado primitivo y donde Estragón y Vladimir, en la espera a Godot, me mostraron junto a una estufa de leña lo que significa vivir sin amor.
También el paseo nocturno con Alonso, Luis y el siempre solítico P.Everton, en busca de jabalíes hambrientos. Búsqueda en balde, por cierto, pero que nos animó a estrenar el mundo por la noche.
Las estrellas que le han robado a Madrid están todas aquí, apiñadas entre las crestas de la Peña de Francia, dejando fuera de cobertura cualquier preocupación que no sea la de glorificarse en el Señor.
Lo que vaya a quedar de este retiro en las próximas fechas se lo dejo a Dios. A mí me toca hacerlo vida en cada momento de oración y de recogimiento, a modo de mantra visual, cada vez que me repita “ser menos yo, para empezar a ser más el otro”.
La relación y donación en la que se manifiesta Dios tiene como principio, motor y causa, el amor. Lo que mueve la caridad es el amor y su pago es el amor. Y cobra su significación en la oración hecha vida.
Lógica paradójica es ésta del amor.
Ricardo Morales Jiménez
Periodista – Revista Democresía
El resultado ha sido una oración incesante apoyada en los hermanos de la comunidad…
Hemos pasado un pequeño periodo de tiempo mi mujer y yo en el desierto de Batuecas; yo acudí unos días antes y mi mujer se incorporó posteriormente.
El motivo que nos ha llevado a estar allí ha sido el vivir una experiencia de oración continua sin las distracciones que requiere una vida cotidiana como la que llevamos nosotros, seglares inmersos en la actividad laboral y familiar.
He de reconocer que se han dado unas circunstancias que nos ha permitido su realización: hijos ya más mayores que no requieren nuestros cuidados y madre mayor pero que todavía se vale por sí misma.
Durante este tiempo hemos podido convivir con la comunidad en las oraciones comunes y en la eucaristía, así como en las comidas y en algunos de los trabajos necesarios para mantener el convento, prolongándose después la jornada con la oración solitaria en el interior de la celda, junto con algunos paseos por las montañas que lo circundan. El resultado ha sido una oración incesante apoyada en los hermanos de la comunidad y en los otros huéspedes que también estaban en el convento.
Sólo podemos decir de este tiempo que nos hemos encontrado con unos frailes entrañables y acogedores y que ha sido para nosotros un periodo de gracia que hemos podido llevarnos a nuestro lugar de origen para transmitirlo a los que nos rodean.
(Marisa y Emilio. Carmelo seglar de Caravaca)
«Los cipreses son dedos que señalan al cielo,
pero este cielo no está arriba,
no está abajo, no está al lado.
Es hacia dentro y hacia todas partes.
Es un estado del alma donde el Espíritu habita,
este Espíritu de vida que todo lo colma con su sagrada presencia»
(Pedro Pablo)