Llene la tierra tu gloria


“Llene la tierra tu gloria, para que se salven tus predilectos” (Sal 107, 6-7). Al comenzar mi oración, sentí que debía unir estos dos versos para vivir ese momento. No era nada extraño en este tiempo de Pascua descubrir la gloria de Dios que todo lo llena, pero la consecuencia se me hizo patente al unir estos dos versos: “para que se salven tus predilectos”. “Tus predilectos” entendía eran todos los hombres, a los que amas incondicionalmente. Si tu gloria, tu luz, llena la tierra, es evidente que se hará luz para todos. No habrá espacios sin luz, tu gloria llena la tierra. Dejarse inundar de esa luz es la verdadera salvación, que ha de alcanzar a todos. Mi oración se fue llenando de esa esperanza y abriéndose más y más a esa petición: “llene la tierra tu gloria”. No es fácil en las circunstancias que vivimos descubrir esa presencia luminosa, pero nuestra visión teologal de la realidad no nos la puede ocultar. Mi oración fue discurriendo en esa súplica: “Llene la tierra tu gloria, para que se salven tus predilectos”.

F. Brändle