
“Los pecadores volverán a ti” (Sal 50,15). Me quedé con este verso del salmo para vivir mi oración envuelto en el silencio, que significa, bien lo sé, no dejarme llevar por juicio alguno sobre los demás. La condición de mi prójimo tal y como yo la puedo juzgar no me debía distraer. Me llamaba la atención la afirmación confiada: “los pecadores volverán a ti´”. Pronto me quedé en que esos pecadores no eran los que yo podía imaginar, sino los que vino a buscar Jesús (Mt 9,13). Desde Jesús y su misión hemos de sentirnos pecadores llamados y buscados por él. Con la esperanza del salmista y con la misión de Jesús conocida y vivida, mi oración me abrió la conciencia a sentirme pecador. Una conciencia de pecador envuelta en la gracia, que me hacía volver a Jesús, reconocer que venía a salvarme y que me apartaba de todo esfuerzo vano por querer ser justificado por mis esfuerzos. Entendí lo que es ser pecador desde la gracia.
F. Brändle